Cuadrilátero con perfume de mujer
María José Marín se mira al espejo para hacerse el mejor peinado. Pone el máximo interés a la hora de elegir el color de sus uñas, la pintura para sus labios y la ropa que se pone para salir de casa y no sube al ring maquillada porque el “reglamento no lo permite”. Así es una de las promesas del muay thay de la provincia, tan femenina como letal en el cuadrilátero, donde ya se ha hecho un nombre y en el que sueña con el profesionalismo. En menos de un año y medio, María José Marín ha sorprendido a propios y extraños con su desparpajo a la hora de utilizar las piernas y los puños. Tal es su talento que puede presumir de haber derrotado a la campeona de España, Lara Fernández, a pesar de que esta le ganaba en peso y en experiencia.
“María José lo tiene todo para llegar muy lejos”, asegura su entrenador, José Robaira, un canario afincado en Linares que cuida con mimo cada paso de la joven atleta. La historia de María José Marín comienza a mediados del pasado año, cuando se apunta al Palestra Fitness Center con el único propósito de aprender algo más sobre el muay thay —conocido también como boxeo tailandés—. Un arte marcial que se desarrolla técnicas combinadas de piernas y brazos en el que no todo son patadas y golpes, sino que se rige por un estricto código ético que hace a María José crecer como persona. “Así es. Es un deporte que te enseña a no ser violento, a ser fiel a uno mismo y con los demás y, sobre todo, a respetar al contrario”, explica. Al principio, su entorno no comprendió mucho su deseo de “pegarse” con otras mujeres en el ring, pero con el paso del tiempo y de los combates su familia y, en especial, su novio, Antonio Barranco, son los primeros en animarla y darle todo su apoyo, eso sí, siempre que no descuide su principal objetivo: los estudios. Este curso comienza el Grado de Educación Primaria en la Universidadd de Jaén, por lo que tendrá que alterar el ritmo de los entrenamientos. “Ahora practico de lunes a viernes dos horas al día, pero cuando empiecen las clases solo lo haré los sábados durante tres horas”, declara.
A sus 20 años, comparte confesiones y vivencias en el vestuario del Palestra con otras cuatro niñas de la ciudad que, al igual que ella, luchan por abrirse camino en el muay thay, unas, y en el boxeo, otras.