1.- Crónicas del Jaén más negro. Decada de los 80

Rafael Abolafia Morales
En su día, fueron crímenes que conmocionaron a la sociedad jiennense por su brutalidad, por la violencia empleada por las diferentes manos homicidas. Ha pasado el tiempo, más de veinte años, pero todavía hoy, siguen sobrecogiendo estas dramáticas historias que ponen sobre la mesa la crueldad, la sangre fría o, simplemente, la locura de estos asesinos. Este es un primer capítulo de un serial que recorrerá las últimas tres décadas de la crónica negra de la provincia de Jaén, haciendo especial hincapié en el perfil de los criminales.

    05 feb 2012 / 12:01 H.

     










    Un obrero agrícola que mató a una niña en Santa Elena “en un acto de locura”

    La mató a golpes y no dio explicación alguna de por qué lo hizo. “Una locura transitoria”, alegó el criminal. El 16 de junio de 1984, el pequeño cuerpo de la niña Juanita Mira Pageo fue encontrado en el corralón de una casa abandonada de Santa Elena, su pueblo. Llevaba 24 horas desaparecida cuando los vecinos, que se habían organizado para encontrarla, hallaron el cadáver. Cuatro días después, fue detenido el criminal. Un jornalero que, por entonces, tenía 46 años. Juan Ramón Contreras Ruf había sido un vecino normal. Nunca había dado ni un problema. Sin embargo, aquel domingo, 16 de junio de 1984, cometió un crimen brutal. Cogió a la niña, la llevó hasta su casa, abusó de ella y, después, la mató a golpes y abandonó su cuerpo en una casa deshabitada, cuando ya la gente del pueblo andaba buscándola. Durante tres días, la Guardia Civil trabajó sin descanso para dar con el asesino. Juan Ramón Contreras, incluso, estuvo en el entierro de la pequeña. Finalmente, unas gotas de sangre que había en su pantalón permitieron su detención. El hombre dijo que pertenecían a un cordero que él mismo había sacrificado. Sin embargo, las pruebas demostraron que las manchas eran de sangre de la niña.
    Juan Ramón Contreras fue condenado a más de 30 años de cárcel, de los que cumplió casi 20, todos en el Centro Penitenciario de Jaén, donde trabajó en las cocinas. Salió de prisión a principios del año 2002 y ya no volvió a su pueblo. En Santa Elena aseguran que vendió su casa y que, actualmente, este septuagenario vive en otra ciudad de la provincia.

     

    La muerte a tiros del gitano “Marchena”, aún en la memoria colectiva

    El asesinato de Francisco Cortés Santiago, popularmente conocido en la ciudad como “Marchena”, no fue un crimen normal. Cabeza visible de un importante clan gitano, la víctima fue tiroteada por José Fernández Jiménez un 12 de abril de 1986. Ocurrió en las inmediaciones de la Iglesia Evangelista “Filadelfia”, ubicada entonces en la calle Millán de Priego. “Marchena” estaba en el culto, junto con otros muchos familiares. Su asesino también estaba allí. El día de los hechos había viajado desde La Carlota (Córdoba) hasta Jaén. Cuando terminó el acto religioso, fue a buscarlo con una pistola y le descerrajó dos tiros en plena calle. Francisco Cortés Santiago murió prácticamente en el acto. Las detonaciones alertaron a Antonio, hermano de la víctima apodado “Polín”, que salió a buscar al asesino. Lo agarró y le asestó varias puñaladas en un forcejeo. No consiguió matarlo. Solo lo hirió, al tiempo que recibía otro disparo, según explican las crónicas de la época. Poco tiempo después, llegó la Policía y detuvo al autor material del crimen.
    El juicio se celebró a mediados de marzo de 1988 en la Audiencia Provincial con un tribunal presidido por el magistrado Juan Ruiz Rico. El despliegue policial fue espectacular para evitar incidentes y represalias de los familiares del fallecido. José Fernández Jiménez no negó los hechos, si bien alegó que lo hizo en legítima defensa. El tribunal no lo creyó. Fue condenado a 30 años de internamiento en un psiquiátrico. Estaba en la calle en 2006. Se fue de Jaén y, desde entonces, ha residido “a caballo” entre Sevilla y Córdoba. No se le conocen más líos con la Justicia.

     
    A navajazos en Los Villares porque el dueño del bar no les quiso poner una copa

    Juan Alberjón Chica y José Medina Lomas, dos jornaleros de Los Villares, mataron a navajazos al dueño de un bar del pueblo. El único motivo fue que la víctima no les quiso servir unas copas. Los hechos ocurrieron en los primeros días de enero de 1990. Los asesinos llegaron al establecimiento y pidieron unas consumiciones. El propietario les dijo que iba a cerrar y que se marcharan. De madrugada, Juan Alberjón y José Medina esperaron a la víctima en un callejón. Iban armados con un machete y un cuchillo. Cuando el dueño del bar llegó a su altura, lo saludaron con un “buenas noches”. Después, sacaron los armas y lo apuñalaron ocho veces. En el juicio, celebrado el 8 de octubre de 1991, los acusados aseguraron que solo quisieron “dar un susto” al fallecido.
    La Audiencia condenó a Juan Alberjón Chica y a José Medina Lomas, que entonces tenían 28 y 26 años, respectivamente. Ambos han pagado ya por su crimen. El primero estuvo en prisión hasta el año 2005. Cumplió condena en varias cárceles españolas y, finalmente, fue excarcelado en Burgos. Permaneció allí un tiempo. Los últimos datos apuntan a que reside en Valencia. Su compinche no ha salido todavía de la cárcel. Medina Lomas está actualmente en el centro de Alcolea, en Córdoba. Es un preso conflictivo, que ha protagonizado diversos incidentes con funcionarios y con otros reclusos. Debido a su comportamiento, no ha conseguido beneficios penitenciarios. Le quedan apenas unos meses para cumplir su condena.

     Asesinada a golpes en el Castillo de Huelma por un joven de Villanueva

    Víctor Manuel Bueno Navarro tenía 19 años en marzo de 1982, cuando asesinó a su amiga, una vecina de Huelma de tan solo 22. La muerte a golpes de la joven Luisa Fernanda Guzmán ha pasado a los anales de la crónica negra de la provincia con el nombre del “crimen del Castillo de Huelma”. El asesino, natural de Villanueva del Arzobispo, estaba de paso en el pueblo de Sierra Mágina. Pretendía “relaciones formales”, como relatan las informaciones de la época, con una chica del municipio, amiga de Luisa Fernanda Guzmán. Por eso, acudía a Huelma cada fin de semana. La noche del crimen, el grupo de jóvenes estuvo en una discoteca. A la salida, la víctima fue abordada por Víctor Manuel Bueno Navarro. La llevó por la fuerza hasta el Castillo y le pidió que le facilitara “un encuentro” con su amiga. La joven se negó y el asesino, entonces, la golpeó con una piedra hasta matarla. Después, arrastró el cuerpo hasta el lavadero y arrojó el cadáver a un pilón. La Guardia Civil detuvo al criminal al día siguiente, mientras dormía en el hostal en el que, normalmente, se hospedaba.

     La infanticida de Jimena, que mató a su recién nacido, pagó dos años de cárcel

    Ramona García Roldán mató a su bebé recién nacido para “ocultar la deshonra” de haberse quedado embarazada sin estar casada. Fue el 18 de julio de 1989. Según la sentencia de la Audiencia Provincial, la infanticida quiso, inicialmente, asfixiar al pequeño. Después, le causó más de ochenta heridas con las mismas tijeras con las que había cortado el cordón umbilical. Cogió el pequeño cuerpo, lo introdujo en una bolsa y lo arrojó a la basura. Sufrió una hemorragia como consecuencia del parto y tuvo que acudir al hospital. El crimen quedó al descubierto. En febrero de 1990, la mujer fue condenada a dos años de prisión. El tribunal entendió que Ramona padecía un retraso mental leve y fue víctima de “un trastorno mental transitorio” en el momento en que mató a su bebé. Fue condenada a dos años de prisión. En la actualidad, reside en el pueblo, donde ha rehecho su vida.

    Reyerta mortal en La Carolina con dos fallecidos y un criminal huido

    Dos hombres muertos y seis personas más heridas fue el balance de un ajuste de cuentas entre dos familias gitanas ocurrido en abril de 1981 en la calle Bellavista de La Carolina. Miembros de los clanes discutieron en una taberna porque uno de ellos insultó a una mujer. Hubo una pelea callejera, en la que salieron a relucir todo tipo de armas blancas, escopetas y bastones. Ahí se produjo el primer fallecido,Manuel Cortés Fernández. El autor material del crimen fue Justo Moreno Cortés, apodado “El Guapo”. Huyó a Sierra Morena y nunca más se supo de él, según aseguran en La Carolina.Los familiares del fallecido clamaron venganza y se dirigieron a la Estación Linares Baeza, donde residía Francisco, un hermano del agresor, apodado “El Cuqui”. Lo amenazaron con prender fuego a la vivienda. Por ello, el hombre salió de su casa. Nada más pisar la calle recibió una descarga de plomos en el pecho. Ya en el suelo, fue acuchillado y golpeado brutalmente en la cara y en la cabeza.

     Enemistad enquistada que terminó con una emboscada a navajazos

    Francisco Romero Martínez, apodado “El Tito”, fue apuñalado en la madrugada del 28 de septiembre de 1989, en el club de alterne ubicado en la venta “La Cortijera” de Villacarrillo. Le dieron muerte Francisco Fernández Santiago y Rafael Romero Fernández. Ambos se personaron en local, armados con navajas que llevaban ocultas. Se habían puesto de acuerdo para matar a “El Tito”, con quien estaban enemistados. Lo esperaron el burdel, tomando unas copas e, incluso, intentaron alternar con una mujer, que era compañera sentimental de la víctima. En un momento dado, Francisco Fernández le dio una bofetada a la chica, que se refugió en la cocina. Rafael Romero la sacó de allí y la obligó a bailar. Ya de medio día, se presentó “El Tito” en el local. Inmediatamente, fue apuñalado y falleció en el acto. Ambos fueron condenados en junio de 1991 a más de veinte años de prisión.

     A tiros en la venta “El Chato” con un fallecido y un herido grave

    Dieciocho años, seis meses y un día. Esa es la condena que le cayó a Juan Quiles, autor de dos homicidios (uno de ellos en grado de tentativa) en el conocido como crimen de la venta “El Chato”. Los hechos ocurrieron el 4 de agosto de 1984, en Puente Tablas. El autor de las muertes estaba durmiendo la siesta en su parcela. En ese momento, pensó que un grupo de personas le robaba una bota de vino de su establecimiento (aunque ni siquiera apareció ese objeto en el lugar del crimen). Cogió una pistola (había sido guardia civil y vigilante de seguridad) y se dirigió a la venta de “El Chato”, donde un grupo de personas, de raza gitana, bebía unas cervezas. Se acercó a esos hombres y les pidió la bota de vino. Ante la extrañeza de estos, Juan Quiles golpeó a uno con la culata del arma y a otro con una botella. Después, disparó al aire y, finalmente, mató de un tiro a quemarropa a José Belmontes, un vendedor de cupones de la Once de 32 años, que falleció en el acto. Después, disparó contra otro hombre, al que dejó herido muy grave. Quiles se entregó poco después ante la Guardia Civil.