Crónica amarga de un futuro inmediato

Desde andújar. Lo dice un abuelo, que afirma haber sido nieto: “Cuando era joven —hace tiempo, si, pero cabe en una vida— se seguía un proceso, tomabas la palabra, podías alegar y luego te condenaban o no. Se ha progresado mucho. Hoy mandan al ejecutor por delante. Te matan —un golpe certero entre las orejas, y un temblor reflejo que se extingue—, y luego si el funcionario es probo a lo mejor se explican. O no. Es engorroso explicar y corre uno el riesgo de equivocarse. Además, y bien mirado, cuando el reo entregó su último suspiro, ¿a qué venirle con milongas, si no las oye?”.
José María Ruiz Relaño

    29 ago 2013 / 07:56 H.