Crisis por morosos



No hay nada más triste en el mundo de la economía doméstica que trabajar y no ser remunerado. Algo tan simple y de sentido común como recibir dinero a cambio de trabajo es, hoy en día, uno de los principales problemas de la crisis en la que se ven inmersos cientos de pequeños empresarios de la capital. Muchos, la mayoría, se dan por vencidos ante una situación inexplicable en la que hay culpables directos que hacen oídos sordos ante dramas familiares de gran calado. Los ayuntamientos están endeudados hasta las trancas y, lejos de gestionar los recursos desde el punto de vista de la equidad, establecen un dudoso orden de prioridades que deja al margen a los ciudadanos comprometidos con el desarrollo y el progreso económico de su ciudad. El caso de la capital es ejemplarizante. Hay muchos proveedores y, en general, empresarios que trabajan esporádica o continuamente para el Ayuntamiento que ya no saben qué hacer. Son muchos los ejemplos de personas, con nombres y apellidos, que se ven obligados a recurrir a los medios de comunicación para pedir ayuda ante una situación insostenible.

    07 may 2010 / 14:36 H.

    Tienen trabajo (a veces más del que pueden asumir puesto que el número de trabajadores va en descenso), pero no disponen de los medios para trabajar porque les falta la necesaria liquidez para afrontar pagos tan sencillos y relevantes como la nómina para comer. No es de recibo que un empresario con diez empleados a su cargo tenga que echar el cierre a un negocio que emprendió con ilusión porque el Ayuntamiento no le paga los cien mil euros que le debe desde hace ya varios años. Y no es de recibo que reciba la callada por respuesta cuando llama a la puerta de sus máximos responsables para pedir explicaciones por algo que no tiene explicación. El conflicto que genera la morosidad en las administraciones no tiene límites. En los últimos días, son los trabajadores de la empresa de limpieza y la recogida de la basura, FCC, los afectados por esta horrible situación. No cobran porque el Ayuntamiento no paga y la tensión se palpa en el ambiente, aunque hay quien cobró, pero de noche y en la calle.