Ingenio y cantera para sobrevivir
Viven ajenos a las quinielas, las televisiones, los “partidos del siglo”, la prensa deportiva, los grandes patrocinadores y las apuestas, es decir, todo lo que rodea a los clubes de la Liga de las Estrellas.
Representan a entidades modestas, de municipios, en algunos casos, pequeños, en los que la crisis ha golpeado de lleno y en los que ya no quedan puertas a las que llamar. Son los cinco equipos de la provincia de Jaén en Tercera División, una categoría inhóspita, en la que el ingenio y la constancia de sus directivos hacen posible sobrevivir, a pesar de los recortes y la desaparición de subvenciones y de esponsor. La mayoría tira para adelante con presupuestos muy ajustados, que a duras penas logran equilibrar a final de temporada. La bajada de ingresos en publicidad y la dura situación económica que actualmente vive todo el país les obliga, ahora más que nunca, a agudizar la mente y a cuidar la cantera para mantenerse en pie. Es el caso, por ejemplo, del club más humilde de la provincia en categoría nacional, Los Villares CF. Con una población que no supera los seis mil habitantes, su presidente, Pedro Díaz, y su junta directiva “no saben que inventar” para obtener ingresos: Sortean jamones al descanso de los partidos, venden lotería, están en las taquillas, se ponen detrás de la barra del bar del campo y son los últimos en marcharse a casa después de los encuentros. Un sacrificio que para el responsable de Los Villares no se limita al fin de semana. “Todos los días le dedico al club entre tres y cuatro horas. No solo estás pendiente de los jugadores, sino también de la cantera y organizar actividades para conseguir algo de dinero”, asegura Pedro Díaz, quien regenta un establecimiento hostelero en el municipio villariego.
Tomando como ejemplo la última jornada de Liga, el dinero que se recaudó en los campos en los que hubo partidos de Tercera División no dio ni para pipas. Por término medio, los gastos de un partido de Liga para el equipo local supone unos 650 euros, de los que 500 corresponden a los derechos de arbitraje y el resto para personal, agua, luz, publicidad y botiquín, entre otros conceptos. Solo en un campo, el Ciudad de Martos, se alcanzó esa cifra. En Villacarrillo la afluencia de espectadores no fue superior a las doscientas personas. “Muchas veces te preguntas si merece la pena seguir. Sacrificas tiempo de la familia y de ocio para sacar adelante un proyecto sin ayuda prácticamente de nadie”, lamenta Francisco Martínez, presidente del Villacarrillo CF, un club que hasta no hace mucho deambulaba por la Primera Provincial y la Regional Preferente sin más pena que gloria y que, gracias al esfuerzo de un puñado de directivos, alcanzó la gloria de jugar en categoría nacional. “Es una pena que nadie valore el esfuerzo que realizamos para que el pueblo disfrute de esta división. Por eso, me duele ver las gradas vacías cuando las cosas van mal”, apunta Francisco Martínez, que también es jefe de la Policía Local de Villacarrillo.
La situación del Martos CD, uno de los históricos del fútbol provincial, tras el Linares y el Real Jaén, no difiere mucho del resto. Su máximo responsable, José Bonilla, admite que, en más de una ocasión, le han dado ganas de arrojar la toalla. “No lo hago, porque defiendo una entidad con setenta y cinco años de historia que se merece un equipo, como mínimo, en Tercera División”, afirma con rotundidad. Pese a sus gestas deportivas, el Martos ha estado varias veces a punto de desaparecer. Sin ir más lejos, este verano se encomendó a la filialidad con el Real Jaén para no ir a pique. “Finalmente, hemos vuelto a la competición, a pesar de contar, cada año, con menos apoyos”, subraya Bonilla.
Ante esta difícil situación, que es extrapolable al resto de clubes del fútbol modesto de la provincia, la cantera se hace más necesaria que nunca. El Mancha Real, el Villacarrillo, y el Martos cuentan filiales de los que se nutren para completar la primera plantilla. “No nos queda otra, porque aquí no se pagan sueldos como en Primera o en Segunda División”, aclara el presidente del Villacarrillo, quien mira a la comarca como fórmula para incrementar los apoyos. “Esa es nuestra idea, ser el club de referencia de la zona para que vengan al fútbol no solo gente de Villacarrillo, sino de los pueblos del entorno”.
A todo esto hay que añadir, la competencia con la televisión y los grandes clubes, que obligan a cambiar los horarios para no coincidir con ellos. Esto ocurre en Mancha Real, donde su junta directiva, que organiza barras en las fiestas para obtener ingresos extraordinarios, decidió, hace tiempo, jugar por las mañanas. “La gente, por desgracia, es del Real Madrid y del Barcelona. Si coincidimos con ellos, el campo está desangelado”, admite un directivo mancharrealeño.
El Linares Deportivo es un club privilegiado. Cuenta con un enorme respaldo social que vive al margen del fútbol nacional. “Aquí la gente es de su equipo. El Linares está por encima del resto”, dice con orgullo el delantero Rafa Payán. Se puede decir que de los cinco representantes jiennenses es el que dispone de una estructura de superior categoría. No por ello sus rectores “se dejan la piel” para obtener recursos. “No somos diferentes. Ningún directivo cobra y todos hacemos de todo en esta institución”, subraya el vicepresidente de la entidad, Antonio Fernández Quero. El club azulillo tiene 1.216 abonados, varios patrocinadores y una media de espectadores cercana a las dos mil personas. Un sueño para el resto de entidades. Pese a todo su filosofía se basa, al igual que los otros cuatro equipos, en la austeridad y en la promoción de jugadores de las categorías inferiores.