Correr para contarlo (II)

Lo prometido, a veces, es deuda. La emoción de volver a sudar en comunidad al calor humano de la Carrera de San Antón engancha. Cuando ruge la marabunta te das cuenta de que somos un número de dorsal, pequeñitos, hormiguitas en un río de animosos atletas –algunos, la mayor parte como el suscribe, a tiempo más que parcial- pero entregados a la causa de disfrutar y acabar una carrera amable. 

    16 ene 2012 / 23:00 H.

    Una prueba vecinal, porque en plena carrera recibes y das saludos, de ánimo contagioso y un paisaje urbano con tramos realmente bellos que esconden esos otros, aledaños al Gran Eje, de baches profundos y penosa iluminación. La llegada a la Plaza de Santa María, con una Catedral de postal, no obstante, bien merece una misa o una mirada al frente para disfrutar de este paseo con ritmo en entorno tan bello. También el paisanaje humano ayuda lo suyo, cuando el pasillo se estrecha y se siente el ánimo que contrarresta el frío, te da pena no estar injertado en keniata para dar un poco de espectáculo y esprintar cual gacela, pero no, es solo un pensamiento sin fundamento. Además, el flato te recuerda tus limitaciones y te conformas con seguir el ritmo y acabar la carrera con dignidad. Como la vida misma. Las mieles del éxito para Sebastián Martos y Esther Hidalgo, pero la enhorabuena es para todos la que la corren. 

    Para los que la corren, para los que piensan en correrla un año de estos y para los que todavía no se lo han pensado. Nos vemos el año que viene, Dios mediante. Reiterados recuerdos para nuestro hombre de "Carros de fuego" que, un año más, pone música de Vangelis al paso por la calle García Rebull. Gracias

    Palabra Perdida

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