Coplas y guitarras en Campillo de Arenas
Silvia Ruiz Díaz/Jaén
Los vecinos de Campillo de Arenas mantienen una tradición de casi quinientos años. Se trata de los campanilleros, una celebración en la que, niños y mayores, salen de madrugada por las calles y procesionan a la Virgen. Durante el rosario de la aurora, cantan coplillas y tocan bandurrias y guitarras.
Los vecinos de Campillo de Arenas mantienen una tradición de casi quinientos años. Se trata de los campanilleros, una celebración en la que, niños y mayores, salen de madrugada por las calles y procesionan a la Virgen. Durante el rosario de la aurora, cantan coplillas y tocan bandurrias y guitarras.
Si resulta complicado consolidar una actividad y mantenerla durante varias décadas, más difícil todavía parece llevar a gala una costumbre que se remonta a los siglos XVI y XVII y que promovió la Orden de Santo Domingo. En Campillo de Arenas, sin embargo, se superó esa dificultad y la tradición de los campanilleros sigue más viva que nunca. El sonido de las coplillas y los ritmos de las guitarras y las bandurrias, se dejan sentir en las calles del municipio “por la madrugá”, como bien decía una de las letras más famosas de La Niña de la Puebla.
Petra Aguilar Román es una de las responsables de que la tradición se mantenga. Desde que era muy pequeña, participa en la noche de los campanilleros que, como explica, fue rescatada por la cofradía de la patrona, la Virgen de la Cabeza, y gracias a ello, se celebraron en torno a los rosarios de la aurora, con motivo de las fiestas del pueblo. Pero Campillo de Arenas, consciente de lo que significa para los abuelos, los padres y los hijos, celebra “dos campanilleros”, durante dos fines de semana consecutivos. El primero, como explica la vecina, tiene como objetivo homenajear a la Virgen de la Aurora y se celebró el anterior fin de semana. Pasadas las tres de la mañana, unos doscientos campanilleros salieron en procesión desde la ermita de la Virgen de la Cabeza y partieron hasta la casa del hermano mayor, para recorrer las calles del municipio. A las siete y media de la madrugada, se llegó hasta la iglesia de la Encarnación y, desde allí, salieron con la Virgen del Rosario en desfile. Entre misterio y misterio, los campanilleros tocaron dos canciones.
Desde muy pequeños, los vecinos aprenden las coplillas y, también, comienzan enseñanzas de guitarra para unirse al recorrido. Según la responsable, antes solamente cantaban veinte personas pero, ahora, todos quieren acompañar durante el rosario de la aurora.
Sin embargo, existe otro recorrido más, que se organizará el próximo sábado, durante las fiestas de Campillo, y será en honor de la Virgen de la Cabeza. Esta vez, el recorrido comenzará desde el Castillo Moruno, donde se volverá a las siete y media de la madrugada para sacar en procesión la imagen de la patrona. “En esta ocasión, suelen ir menos personas cantando y tocando, sobre todo porque se celebra en plenas fiestas y porque la mayoría acude a los primeros campanilleros”, precisa Petra Aguilar.
Esther Romero Martínez también vive con entusiasmo la celebración. “Soy campanillera desde que tenía ocho años”, indica, a la vez que agrega que los vecinos, “desde muy pequeños”, se preparan durante todo el año para salir e interpretar las letras.
“Levántate fiel cristiano, que ya llegó la mañana. Levántate que la Virgen para el rosario te llama. Venid, cristianos venid, que la iglesia abierta está. Venid, cristianos venid, que el rosario va a empezar”. Este ejemplo de copla, como aseguran las campanilleras, tiene un largo recorrido que Campillo de Arenas se propone mantener.
Inspiración para La Niña de la Puebla
“En los pueblos de mi Andalucía, los campanilleros por la ‘madrugá’, me despiertan con sus campanillas y con las guitarras me hacen llorar”. Cuentan los vecinos de Campillo de Arenas que La Niña de La Puebla se inspiró en la tradición que todavía se mantiene en el municipio para reproducir y cantar la famosa letra. Como aseguran, una noche, en una fonda del pueblo que ya desapareció, descansaba la tonadillera. Esa madrugada, los campanilleros, entonces solo hombres, salieron a las calles a cantar las coplillas. Indican que, al pasar por el balcón, pararon para cantarle y despertaron a la artista. Fue tal el asombro y la sorpresa de La Niña de la Puebla que, según la tradición popular, esa tradición sirvió a la cantante de inspiración para lo que se convertiría en una de sus más famosas composiciones.