Controladores, una reforma necesaria para acabar con privilegios

Desde que, a finales de 2009, el ministro de Fomento, José Blanco, señalara a los controladores como piezas privilegiadas del engranaje aéreo en España, se han sucedido diferentes medidas de presión por parte de un colectivo que se siente señalado. Sin duda, se siente en el punto de mira por deméritos propios y también porque se utilizan sus privilegios como cabeza de turco en un horizonte económico en que destacan sobremanera estos sueldos.

    26 jul 2010 / 09:14 H.

    Pero con la reforma del Gobierno sobre la mesa, su actitud con una huelga encubierta con bajas médicas de última hora los sitúan, definitivamente, en el ojo del huracán. No encontrará el ministro Blanco mayor apoyo ciudadano que en esta medida de ajuste en el que se pone en entredicho la organización del trabajo de estos profesionales y su eficiencia en relación con la de sus compañeros del resto de Europa. Los sueldos astronómicos que tienen se basan en un gran salario base que se multiplica con cientos de horas extras. Esta situación, de la que se ha beneficiado la mayoría de los controladores, choca ahora con una ley que reordena sus horarios y establece el número de horas extras. Es lógico, por lo tanto, que como cualquier trabajador, por bien remunerado que sea, no quieran que se les reduzca su salario, pero lo que no es justo en un sistema tan básico como el aéreo es que decidan presionar a la Administración con graves molestias a miles de usuarios que se sienten “secuestrados” por el capricho de un pequeño grupo de trabajadores. En este contexto, también cabe preguntarse por qué AENA no ha decidido antes acabar con una desorganización evidente que lastraba las cuentas públicas de esta empresa. O por qué desde 2006 no se han vuelto a convocar plazas para que la plantilla no tuviera que hacer tantas horas extras. Fue en los últimos meses, en plena crisis, cuando se decidió poner freno al despropósito, y en plena lucha encubierta, aunque chocante, es normal que el ministro ponga sobre la mesa la opción de utilizar controladores militares por más que le pese a unos civiles que vivían en las alturas.