CONSUELO RUIZ FERNÁNDEZ. "El mundo rural es el trampolín para mi pasión, viajar"

Ana Domínguez Maeso
Consuelo Ruiz Fernández nació en Jaén, en una familia de siete hijos, todos ellos nacidos en un periodo de nueve años, circunstancia tal vez debida a que su padre era hijo único y nació después de 21 años de matrimonio.

    05 feb 2012 / 11:50 H.

    —¿Cómo se desarrolló su infancia?
    —Mi padre era agricultor, en activo, que cuidaba su propia tierra. Mi madre era de Linares y tenía dos hermanos. La recuerdo siempre embarazada; tuvo trece embarazos en quince años, de los que vivimos siete. Después de todos los partos, comenzó con la diabetes, pero era muy rebelde y comía lo que quería y siempre tenía los niveles muy altos de glucosa, que fueron la causa de su muerte. Al morir mi abuelo, mi padre heredó un cortijo con doce casas, en Mengíbar, y nos fuimos a vivir allí, cuando yo tenía unos seis años, pues éramos muchos niños y mi madre estaba más tranquila en el campo.
    —Consuelo, ¿qué estudios ha realizado?
    —Estuve interna en Madrid y Bailén, donde cursé los primeros estudios. Después hice Estética y, finalmente, realicé los estudios de Técnico Superior de Dietética, profesión que desempeño en la actualidad en el Complejo Hospitalario de Jaén, como dietista en el servicio de Endocrinología y Nutrición.
    —¿Cómo es su vida familiar?
    —Estoy casada, pero no tengo hijos y, como soy una persona muy activa, que me gusta tener todo mi tiempo ocupado, duermo poco, leo y me encanta viajar. Por eso, cuando, al morir mis padres, se repartió la herencia y me correspondieron parte de las casas del cortijo, a pesar de encontrarse en un estado ruinoso, pensé que tenía que hacer algo con ellas. Si podía obtener algún beneficio económico, mejor; pero si no, por lo menos, disfrutarlas en recuerdo de los años de infancia, que pasé en ellas, junto a mis hermanos y mis padres, evocando recuerdos de niñez, de juegos, de huertas, animales de granja y, cómo no, de mis perros, esos grandes mastines que fueron amigos y compañeros de correrías.
    —¿Destinó, entonces, las casas a alojamientos rurales?
    —Tengo cuatro casas, que he ido acondicionando poco a poco. Primero reparé una que estaba, incluso, sin tejado, por el abandono lógico por las tareas del campo y no habitarla los trabajadores rurales; luego otra y así hasta restaurar las cuatro. Como el cortijo se llama los Frutales, a las casas, las llamé: El Limón, El Naranjo, El Peral y El Níspero. Cada una de ellas, está pintada del color de la fruta que la nomina. Son bastante grandes, sobre todo, dos de ellas, tienen chimenea, incluso, en las grandes, en el dormitorio. Todas disponen de grandes salones, cocina y cuarto de baño. Pueden dar cabida hasta a doce personas. La ventaja del hospedaje rural es que te ofrece la comodidad de tu propia casa, la economía del precio, en comparación con los hoteles, y el íntimo contacto con la naturaleza. El Cortijo está situado muy cerca de Mengíbar, a solo tres kilómetros, aunque pertenece a Jabalquinto. El río marca el límite, perteneciendo una orilla a cada uno de los dos pueblos. Está también muy cerca de Linares y de Andújar, por lo que pensé que podría atraer a un turismo de interior que le gustase la naturaleza, que además disfrutaría de deportes al aire libre. Mis sobrinos tienen caballos que podrían completar la oferta junto a otras actividades, como el tiro con arco, actividad que acondicioné adecuando la ribera del río con dianas,al efecto. La verdad es que, en un principio, esto funcionó con la presencia de personas que me conocían, por ser amigos de algún amigo, o parejas que desde fuera de Jaén, quisiesen visitar ciudades como Úbeda y Baeza, resultándoles atractivo el entorno. Yo siempre les proporcionaba rutas que seguir, tanto urbanas como de senderismo. Lo cierto es que esta actividad, así diseñada, no era viable para mí, pues, aparte de que económicamente no era sostenible, mi trabajo no me permitía tener el tiempo necesario para atenderlo y no podía permitirme el contratar personal de servicio, esto no es Cazorla, que se llena solo con el nombre.
    —¿Cómo consiguió que fuesen viviendas turísticas vacacionales?
    —Adaptando la oferta a otro tipo de clientes, así que se contrata su alquiler, en fines de semana, con lo que durante los días laborables que yo descanso en el Hospital, me puedo dedicar a preparar la vivienda para el siguiente, de forma relajada y sin necesidad de tener que contratar a ningún trabajador para estas tareas. Además, mi marido es muy “apañao” y realiza las reparaciones que puedan presentarse de electricidad, fontanería o albañilería. Ahora mis clientes son de la zona, es decir, Jaén, Mengíbar y Linares, sobre todo, gente joven que alquila para celebraciones, despedidas de solteros o cumpleaños. En verano, sí es más fácil conseguir otro tipo de cliente. He tenido incluso extranjeros o parejas que lo conocen por haberse casado con alguien de Jaén y quieren conocer la provincia de esta manera, pero la mayoría del año está dedicada a grupos. Te tienes que adaptar a este tipo de turismo, pues aunque suelen ser personas educadas, a veces al juntarse mucha gente joven, es inevitable causar alguna molestia a los vecinos, por ruido o música elevada.
    —¿Es rentable así el negocio?
    —Tal como lo tenemos planteado, no podría darnos para vivir. Sí es cierto que se cubren gastos y lo que queda nos da para realizar uno de mis mayores sueños, viajar. Normalmente, realizamos dos viajes grandes al año. Mi marido es cubano y uno es para ver a la familia allá en Cuba y el otro a donde nos lleve el destino. Conocemos ya mucho mundo: China, Túnez, Turquía, Italia, Francia, Alemania y Miami, entre otros destinos.  Todo esto es posible, como te he dicho antes, por la colaboración de mi marido en las tareas de reparación y mi propio esfuerzo para mantener las casas en perfecto estado. Si tuviésemos que pagar empleados sería impensable. De cualquier modo, el mundo rural es el trampolín económico para mis viajes; si no dispusiese de ese aliciente económico, no podría realizarlos, y para hacerlos, también tengo que realizar grandes esfuerzos en mi puesto de trabajo para conseguir los días libres (no siempre puedo hacerlos en vacaciones) como cambios de turnos y cosas similares. Mis compañeras siempre son muy colaboradoras y comprensivas conmigo.
    —¿Cómo utiliza el tiempo libre, si es que le queda?
    —Como soy hiperactiva, no puedo estar sin hacer nada. Tuve un salón de belleza, me encanta la decoración, hacer manualidades y soy incapaz de sentarme a ver la televisión. Pero lo que más me motiva es el conocer otras culturas, bien con la lectura o con los viajes. Ahora estamos ahorrando para intentar viajar a Vietnam, pues pensamos que será muy interesante conocer esa parte del continente, tan diferente a todo lo que hemos conocido hasta el momento. Los fines de semana nos gusta salir con los amigos y disfrutar en su compañía de una cervecitas, paseando por los barrios de nuestro Jaén o juntarnos en mis casas para disfrutar de un buen diálogo en torno a la chimenea.
    —¿Qué aconsejaría a los jóvenes que quieran comenzar su periplo profesional?
    —Han de ser valientes. Este tipo de trabajo, si no tienes propiedades en una zona turística, no suele dar para vivir, aunque las ganas de mantener el patrimonio, el fomentar el contacto con la naturaleza y disfrutar de lo tuyo hacen milagros.