Condenas de prisión para nueve "pikikis"
Nueve miembros del clan de los Pikikis han sido condenados a penas de prisión por trapichear con todo tipo de drogas desde varios domicilios de Úbeda.
La pena más severa es para la matriarca de la familia, Sacramento C. C., que tendrá que cumplir cuatro años y medio de prisión, ya que cuenta con antecedentes por hechos similares. A los otros ocho —dos hijos, dos sobrinos y sus respectivas esposas— la Audiencia les impone una condena de tres años de cárcel y 10.000 euros de multa. Si el recurso ante el Supremo no prospera —habrá alegaciones ante el Alto Tribunal con total seguridad— todos tendrán que ingresar en prisión.
La sentencia, que fue notificada ayer, es el resultado de la operación “Tripol”, la mayor macrorredada que se recuerda en la provincia contra el tráfico de drogas. En la investigación, que duró meses, hubo decenas de vigilancias y seguimientos a los miembros del clan, con numerosas actas de incautación a los “yonquis” que compraban allí sus dosis. En la fase de explotación, realizada el 21 de marzo de 2013, participaron más de 200 agentes de la Policía y de la Guardia Civil. Los magistrados de la Sección Segunda entienden que los nueve condenados formaban un grupo perfectamente organizado y dedicado a la venta de estupefacientes “al menudeo”. En la casa de Sacramento, se guardaba la droga que, posteriormente, se distribuía por las viviendas de sus parientes.
Hay que recordar que todos los “pikikis” se declararon inocentes. La matriarca, en cuya casa había 75 gramos de cocaína, alegó que esa droga no era suya y que pertenecía a un hombre que pudo escapar del cerco policial. Ese hombre ratificó la versión en el juicio. Sin embargo, los magistrados considera que miente y le han abierto diligencias penales por ello.
En las casas de los demás “pikikis” apenas se encontró nada. Algunos lograron arrojar la droga al fuego al verse sorprendidos por los agentes de la Guardia Civil. Además, todos alegaron que las escasas cantidades incautadas estaban destinadas al consumo propio. Sin embargo, la investigación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, desarrollada durante meses, permitió poner al descubierto “el negocio” del clan. Unas pesquisas que, además, se vieron reforzadas con el testimonio de un testigo protegido, identificado como “Félix”. Este antiguo toxicómano relató, en la vista oral, cómo adquiría su dosis a los “pikikis”. Dio todo tipo de detalles de la forma de trabajar del clan. Su declaración ha sido fundamental para condenar a los nueve procesados. En la vivienda de Antonio M.. C., un hijo de Sacramento, y de su mujer, los agentes no hallaron ni una micra de droga. Nada de nada. Por eso, había dudas sobre si habría pruebas suficientes como para condenar los. Eso sí, se encontró una libreta “con anotaciones de las deudas” contraídas por los consumidores, medicamentos para adulterar las sustancias y una prensa artesanal para empaquetar cocaína, además de joyas y dinero. La Audiencia estima que también formaban parte de la organización y, por ello, los condena por un delito contra la salud pública.