Conciertazo: Dos orejas y rabo

La modorra estival y su reflujo hortera y chabacano murieron en la plaza de toros de Jaén. El concierto "Canciones Regaladas" de Víctor Manuel y Ana Belén consiguió movilizar a cerca de seis mil criaturas de pago en esta ciudad tan durilla para las cosas culturales. Pero, como lo Cortés no quita lo Moctezuma, digamos también que Jaén es una ciudad fiel y agradecida a los artistas que han pasado por ella y se han dejado siempre el pellejo encima del escenario. Y ese fue el caso de la noche del sábado.

14 sep 2015 / 09:44 H.

 

Con una propuesta arriesgada, ya que no vinieron a cantar lo evidente, Víctor y Ana pusieron en escena los temas del último disco que han grabado juntos en un estudio. Hacía treinta años que no ocurría esto. Y la cosa salió redonda. Los temas minuciosamente   seleccionados por ellos nos dan idea de los gustos tan eclécticos que tiene esta pareja de artistas: canciones de Chico Buarque, José Alfredo Jiménez, Carlos Berlanga, José Afonso, Leonard Cohen, Billy Joel, Astor Piazzolla, Rubén Blades… fueron apareciendo, perfectamente entremezcladas con las suyas de siempre, para conformar un espectáculo total durante cerca de dos horas y media, sin anestesia.

Arropados por un grupazo de siete músicos, que cada uno de ellos es un mundo, y con una puesta en escena sencilla a la par que elegante, desgranaron su repertorio en un concierto memorable y lleno de emociones continuas. El personal tenía ganas de cantar con ellos y hacerles coritos, y se pudieron explayar a sus anchas en una perfecta comunión de público y artistas, que muy pocas veces se ve.

La cuadrilla se sabía las letras de memoria y, a las primeras de cambio, se echaban palante para arroparlos y demostrarles que estaban ahí, apoyándolos desde el respeto y la admiración profunda. Empezaron con un temazo de Rubén Blades, El padre Antonio y el Monaguillo Andrés, y acabaron con otro estándar brasileiro, La Banda. Entre uno y otro, la plaza de toros de Jaén vibró con una retahíla de temas, unos regalados y otros propios, interpretados con la maestría y el saber hacer de estos dos artistazos que llevan casi cincuenta años dando el callo y endulzándonos los oídos.

Este concierto viene a confirmar que a la gente le gusta lo bueno y no lo contrario. Que llevábamos muchos años sin catar el jamón de pata negra encima de un escenario, que llevábamos muchos años abusando de la mortadela y el choped, so pretexto de la actualidad y la popularidad, tan efímeras como sordas. El concierto de la noche del sábado, esperemos que sea la confirmación, ha puesto un antes y un después en el panorama musical de esta ciudad, tan faltica de cosas buenas y tan sobrada de todo a cien. Larga vida a la empresa Rosetas y que nos siga dando alegrías como esta, que se lo agradeceremos como se merecen, llenando los recintos y disfrutando de los espectáculos.