CONCEPCIÓN AGUSTINO RUEDA. 'Debemos compartir todos la devoción por nuestra patrona'
Juana Pastor
Se considera mitad jiennense, mitad nerjeña, ya que fue ese precioso pueblo de la Costa del Sol el primer destino de su padre, notario de profesión. Allí la llevaron después de nacer en Jaén, cuando apenas contaba con dos meses. Permaneció en este pueblo malagueño bastantes años, hasta que su padre se trasladó a Jaén, donde ejerció en Mancha Real, Torredonjimeno y Linares y, desde 1972, en Jaén capital. Es la mayor de 6 hermanos. Su currículum profesional es variado, aunque para ella ha sido altamente positivo, ya que se ha sentido integrada y satisfecha de su labor en cada uno de los puestos que ha ocupado. Es una persona culta, de carácter amable, que transmite vitalidad. Hablar con ella para esta entrevista me ha resultado un trabajo ameno.
Se considera mitad jiennense, mitad nerjeña, ya que fue ese precioso pueblo de la Costa del Sol el primer destino de su padre, notario de profesión. Allí la llevaron después de nacer en Jaén, cuando apenas contaba con dos meses. Permaneció en este pueblo malagueño bastantes años, hasta que su padre se trasladó a Jaén, donde ejerció en Mancha Real, Torredonjimeno y Linares y, desde 1972, en Jaén capital. Es la mayor de 6 hermanos. Su currículum profesional es variado, aunque para ella ha sido altamente positivo, ya que se ha sentido integrada y satisfecha de su labor en cada uno de los puestos que ha ocupado. Es una persona culta, de carácter amable, que transmite vitalidad. Hablar con ella para esta entrevista me ha resultado un trabajo ameno.
—¿Cuándo comienza su formación?
—Comencé la enseñanza primaria en el colegio de las teresianas de Nerja. Luego viví con mis abuelos maternos en Jaén, en la calle Muñoz Garnica, continuando mis estudios en el colegio Cristo Rey y, más tarde, en las Teresianas. Cursé Bachillerato en el Instituto Virgen del Carmen y pasaba las vacaciones siempre en Nerja. Con 17 años, marché a Granada, a la Universidad, a la Facultad de Filosofía y Letras y escogí la sección de Historia. Comencé a ejercer la enseñanza en 1971 en Alcaudete y, más tarde, pasé por Linares y Jódar.
—-Después, dejó la enseñanza. ¿Por qué?
—Fueron motivos personales. En 1976, pasé a la Administración civil por oposición, obteniendo uno de los primeros puestos. Fui nombrada funcionaria de la escala administrativa de la Dirección General de Tráfico y, en la Jefatura de Tráfico de Jaén, ejercí este puesto hasta el año 1986, cuando me trasladé a la Delegación de Hacienda, que pasó a ser, en 1995, Agencia Estatal de Administración Tributaria. Actualmente, continúo ejerciendo de administrativa en ella.
—Alterna su profesión con la no menos importante labor de hogar, ¿no es así?
—Dejé la enseñanza al casarme en 1979 en Jaén, donde trabajaba ya mi marido, Manuel Rodríguez Chica, como profesor de EGB. En la actualidad, está ya prejubilado. Actualmente, ocupa el puesto de vicehermano mayor de la Ilustre, Pontificia y Real Cofradía de Nuestra Señora de la Capilla. Tenemos dos hijos, Inmaculada y Francisco José. Por supuesto que, para mí, ha sido importante dedicarles todo el tiempo necesario con el fin de hacer de ellos personas responsables. Desde su infancia, ambos son cofrades de Nuestra Señora de la Capilla.
—-¿Le suponía esto un gran esfuerzo?
—No por mi parte, ya que, en un principio, era mi marido el que pertenecía a la junta de gobierno de dicha cofradía desde 1999. Sólo le ayudaba, durante aquellos primeros años. En 2003, entré a formar parte de dicha junta de Gobierno, como vocal adjunta de la vocalía de Caridad y Convivencia, durante la legislatura de Vicente Herrera del Real. Más tarde, dejé dicha vocalía y mi pertenencia a la junta de gobierno, porque, como catequista de la parroquia de San Ildefonso, componente de las Asambleas Familiares Cristianas y preparando la boda de mi hija, me era bastante difícil compatibilizarlo todo y seguir en ella.
—Al pertenecer su marido a la Cofradía de la Virgen de la Capilla y dedicarle tanto tiempo, ¿podemos hablar de un trabajo compartido?
—Actualmente, colaboro con mi marido en cuanto me es posible y se me requiere; parte de esta colaboración, se manifiesta en la revista anual “El Descenso”, en la que escribo todos los años una poesía dedicada a nuestra patrona y alguna reflexión religiosa en prosa. Por tanto, se puede hablar realmente de un trabajo compartido.
—¿Es una dedicación sólo de los días previos a la fiesta o labor de todo un año?
—La labor de la junta de gobierno de la cofradía de la Virgen de la Capilla se desarrolla los 365 días del año en una dedicación constante y ardua en muchas ocasiones, como son los días previos al ejercicio de las flores, del besamanto de la novena y, especialmente, la preparación de nuestra patrona el día 11 de junio. Por lo que a mí respecta, me satisface decir que, desde pequeña, lo he ido viviendo a través de mis abuelos y mis padres, cofrades y buenos cristianos todos ellos, haciendo mía esta devoción mariana. No en vano, fui bautizada, recibí mi Primera Comunión y me casé ante la imagen de nuestra querida Virgen. Con el tiempo, esta devoción se ha hecho más firme y creo que hemos de compartirla todos los jiennenses al tiempo que el agradecimiento a la Virgen por su auxilio y protección a nuestra ciudad, aquel lejano 10 al 11 de junio de 1430.
—¿Cómo han vivido los cofrades este tiempo de ausencia de la Virgen en su Camarín?
—El período que ha durado su restauración en Sevilla lo hemos vivido con una mezcla de tristeza, anhelo y expectación. Alguien me dijo en una ocasión: “Me siento como huérfana sin la presencia de la Virgen en su camarín, pero en la capilla está su Hijo en el Sagrario y a Él le pido que nos la traiga pronto y que sea por mucho tiempo”. Es mucho lo que enamora esta Virgen pequeña, pero tan grande para todos nosotros.
—¿Cómo vivió el momento del regreso de la Virgen a la Catedral?
—Lo viví como todos los asistentes al mismo, de una forma entrañable y muy emotiva. La restauración ha sido un auténtico éxito y ya se encontraba entre nosotros nuestra añorada Virgen. El traslado a San Ildefonso no pudo hacerse acompañando a la Virgen el pueblo de Jaén por la amenaza de lluvia.
—¿Cómo vivió este encuentro en el interior del templo catedralicio?
—Yo viví este acto con una gran alegría y emoción. Se unía en una perfecta conjunción, la grandiosidad y belleza de nuestra Catedral con la imagen de nuestra patrona, que, desde su trono cubierto de flores, irradiaba una ternura y una paz impresionantes. Fue una jornada imborrable.
—¿Qué actividades hacen durante el año?
—Son muchas, aunque destacamos este año, con motivo del 350 aniversario de la Consagración de la Catedral, el 80 aniversario de la coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora de la Capilla y el 60 aniversario de su proclamación como Patrona principal de Jaén, por el sumo Pontífice Pío XII. La solemne misa del día 11 será, a las 11 de la mañana, en el templo catedralicio.
—¿Es Jaén una ciudad mariana?
—Considero que es mariana, como todas las de Andalucía. Yo diría más; está llamada a ser mariana por excelencia, al gozar de una prerrogativa singular, como fue el glorioso descenso y procesión por sus calles de la Virgen María. Los jiennenses hemos de conocer y valorar este hecho sin precedentes, que marcó un hito en nuestra historia y en nuestros corazones y que hemos de transmitir a las nuevas generaciones.
—¿Qué consejo daría a los más jóvenes para conservar nuestras tradiciones?
—Yo les aconsejaría que se informaran y conocieran nuestras tradiciones, esas creencias, valores y costumbres tan arraigados en nuestro Jaén, que conforman nuestra idiosincrasia y nuestra personalidad, que las acogieran con entusiasmo, con la fidelidad, la humildad y la generosidad que creo poseen muchos de nuestros jóvenes.