26 may 2014 / 22:00 H.
Mayo es por excelencia el mes de María ofreciéndole romerías con el rezo del santo rosario, costumbre que nuestras abuelas practicaban a la caída de la tarde en la que participaba la familia y donde en cada hogar cristiano había signos de respeto y presencia hacia la señora, espejo de la mujer donde se quiere ver reflejada para emular sus virtudes de: humildad, espíritu de servicio, caridad, fortaleza, honestidad, pudor y fidelidad aceptando la voluntad divina con disposición generosa en el sacrificio diario, así vivió María la llena de gracia, una criatura humana como nosotros y un corazón de carne como el nuestro lleno de gozos y alegría de dolor lágrimas y sufrimiento . María la elegida, magisterio de humildad reconoce que en ella ha hecho cosas grandes el todopoderoso. Con María tenemos que aprender a divinizar hasta lo mas pequeño e insignificante que es consecuencia de la fidelidad, el fiat donde cabe toda la humanidad. Con ella aprender a escuchar en nuestro corazón lo que Dios quiere de cada cual e ir dejando en el camino lo que nos estorba para hacer el camino ligero de equipaje para así llenarnos de todas las virtudes que adornan a María. El misterio de la Maternidad divina y la generosidad de su hijo en entregarla a todas las generaciones de la humanidad participando en la redención y que como hijos suyos hemos dejado de ser huérfanos, Dios nos ha dado a María para entender que a pesar de nuestras debilidades la salvación obra ya en nosotros. Todos los días es tiempo de recolectar esas florecillas, unas exuberantes, pequeñas, de colores sin embargo de una belleza singular fruto del sacrificio, sufrimiento, dolor, contrariedades, renuncias y silencio llevadas con alegría y sencillez simplemente porque somos cristianos.