Con ángeles así, el cielo puede esperar

(A las Unidades de Hematología del Complejo Hospitalario de Jaén y de Transfusión Sanguínea del Hospital Universitario Princesa de España)

No tienen alas. No visten largas túnicas de raso. No levitan sobre nubes de algodón, y sus cabezas no las orlan aureolas ni discos brillantes. No son ángeles, a la manera artística, pero de existir, no me cabe duda de que lo son. Los ángeles de la Unidad de Hematología del Complejo Hospitalario de Jaén. Soy enferma de linfoma cerebral desde hace un año. En todo este tiempo, además de sortear toda clase de informaciones acerca de mi dolencia, de aceptar mi cáncer, de embarcarme en una lucha sin descanso por vencerlo, no dudé, tampoco, en que nuestra sanidad pública, es la mejor del mundo: no hay que ir a Houston porque sus hombres y mujeres son unos profesionales insustituibles. El rigor presupuestario, los recortes, la pírrica inversión y el desánimo general no parecen haber hecho mella en un colectivo que trabaja con los más necesitados; enfermos que como yo, necesitan más que nunca de los gestos, del cariño, del corazón. Todos, ni uno menos, limpiadoras, celadores, enfermeras, auxiliares, médicos, administrativos que me tratan en esa área médica, con la Jefa de Hematología a la cabeza, la doctora María Soledad Durán Nieto, son ángeles, trabajadores volcados en su oficio, a quienes quiero rendir público aplauso para testimoniar que con ellos, estamos en las mejores manos. Durante mis ocho ingresos y catorce sesiones de quimioterapia conocí a esos ángeles que me han hecho sobrellevar con esperanza mi dolor, y que en el box cuatro de aislamiento, en la planta séptima, mi autotrasplante, dirigido por la doctora Francisca Almagro Torres fue más llevadero. Con ángeles así, el cielo puede esperar, porque los necesitamos aquí abajo.

    08 oct 2014 / 11:39 H.