Comienza la Liga BBVA

Ayer comenzó de nuevo la liga. Ahora llamada, por mor del capitalismo imperante, Liga BBVA y no me pregunten que no sé ningún resultado. Ni tampoco me interesa mucho. Casi nada. Si acaso, y porque soy de la tierra y creo que, como nuestra provincia, aún está por descubrir y por llegar, el de nuestro Real Jaén. Pero con esto del fútbol me siento perdido.

    25 ago 2014 / 16:23 H.

    Tengo con él una relación de amor-odio, que en ocasiones me atrapa; pero la mayoría de las veces, me decepciona y me repele. He mamado el fútbol desde niño, como todos los de mi generación y del “Madrid”, porque lo era mi padre y mi familia. He destrozado zapatillas, botas, botes de lejía, botellas, balones, pantalones y cosechado heridas, jugándolo en plazoletas, calles, patios, pasillos de casas y en el campo detrás de lo que era la estación del tren —hoy el Bulevar—. He crecido con el fútbol como deporte único, grande y que nos daba una libertad bien entendida. Pero desde hace años, estoy decepcionado. El fútbol se ha convertido para mí en un espectáculo muy bien montado, donde se mueven grandes cantidades de dinero. El nuevo circo romano, que interesa exista y potenciar porque es una válvula de escape de nuestra sociedad. Y como tal, un escaparate de lo peor que el ser humano lleva dentro. Un negocio fácil, para el que tiene habilidad con el balón, pero ya está, no tiene más. No entiendo cómo puede haber personas, mayores de edad, y más aún si son pequeños, que esperan y esperan a sus ídolos en las puertas de los estadios, o de los hoteles a los que se desplazan. O pueden irse siguiendo al equipo por ciudades y países. No entiendo cómo puede haber personas que justifiquen comportamientos como el del jugador Luis Suárez, o el de hace unas temporadas el defensa Pepe. Menos aún, que haya equipos que pujan para tenerlos en sus filas. Se pueden entender como el “calentamiento” del momento, pero cuando es reiterado, se convierte en comportamiento. No entiendo que haya jugadores que lloran al dejar un club, para irse a otro que, normalmente, les va a pagar más. Pues que no se vaya. No entiendo tantas cosas de esto llamado fútbol, que he optado por dejarlo.