Comedor de Belén y San Roque

Entre las acciones que más engrandecen al ser humano está la ayuda al más desfavorecido, al más necesitado, al más desvalido. Como cada año, el premio Jiennense del Año en Valores Humanos nos da toda una lección de entrega y humanidad. A veces, los que tenemos la suerte de disfrutar del plato de comida en la mesa cada día, nos cuesta creer que haya personas con tanta necesidad que no tengan ni para comer. Pues bien, para vergüenza nuestra, en este mundo en el que la riqueza está tan mal repartida, en el que lo más importante es el dinero y poco se cuestiona su manera de conseguirlo, hay gente que tiene que recurrir a la caridad para poder subsistir.

    17 abr 2013 / 20:12 H.

    Pero también, en este mundo en el que vivimos, para suerte de todos, hay mucha gente buena que regala su tiempo y su dinero a los más necesitados. El comedor de Belén y San Roque, en Jaén, es todo un ejemplo de lo que significa compartir con los demás. La labor de los voluntarios que lo atienden es genial, impagable, y no me extraña la satisfacción y la alegría que sienten con su trabajo. Tampoco me extraña que les falte algo cuando no hacen esta bonita y necesaria atención. Ayudar a los demás engancha, sobre todo si es por amor, de forma altruista y generosa. Este reconocimiento nos tiene que llenar de orgullo al saber de tantos vecinos que desinteresadamente trabajan por los más pobres, y nos tiene que cuestionar nuestra forma de vida, pues cada uno de nosotros debemos trabajar para erradicar tanta injusticia, desigualdad y hambre.

    Auxiliar administrativo
    Miguel
    Lechuga