Colectivos ciudadanos para presionar a las administraciones
El valor ciudadano tiene un peso específico que en democracia no puede despreciarse. De hecho tendría que ser prioritario que las distintas administraciones le otorgaran un papel básico a la hora de fijar sus prioridades. Pero la mayoría de las ocasiones, los políticos olvidan que su poder es transitorio y que se deben no sólo a sus votantes sino también al resto de la sociedad.
Este canal de comunicación con la ciudadanía debería regularse como en otras democracias más consolidadas y perfeccionadas que la nuestra para que tuviera un valor en sí mismo y no como mero elemento decorativo que es en gran parte de los casos. Si de verdad se quiere activar a la llamada sociedad civil no hay nada más fácil que dejarla participar activamente en la toma de decisiones. Si las demandas vecinales, de un barrio o de un pueblo se obvian o se dejan que penen por los vericuetos administrativos y burocráticos no se fomenta participación alguna y los ciudadanos pierden lo que les queda de fe en los organismos públicos. Estos días, vecinos de las “60 viviendas” denuncian una situación insostenible de convivencia en su edificio, las variadas denuncias interpuestas y los ruegos al Ayuntamiento todavía no surten efecto y el Defensor del Pueblo Andaluz ya ha solicitado varios informes para evaluar una situación que se escapa de control. Mientras tanto, los vecinos muestran su hartazgo porque ven con impotencia como crece la inseguridad en el edificio. Los casos se multiplican y por citar otro ejemplo de este verano, vecinos de Los Villares recogen firmas cansados de que el Camino Loma del Encinar, que une los municipios de Los Villares y Fuensanta, esté impracticable por las fuertes lluvias que hacen imposible su uso. Mientras el Ayuntamiento busca cómo financiar la intervención, algunos vecinos temen, incluso por una solución parcial que agrave los problemas. Hará falta, por lo tanto, una solución definitiva, rápida no.