Código humanidad
Desde el pasado sábado, 1 de septiembre, ciento cincuenta mil extranjeros no comunitarios que están en nuestro país sin la documentación necesaria no reciben asistencia sanitaria, tal y como se venía haciendo hasta ahora. Mujeres embarazadas, menores de edad y casos de urgencia sí pueden ser atendidos, el resto, previo pago mensual de 60 euros, si la edad del inmigrante está entre 17 y 65 años y, a partir de esta edad, 155 euros al mes, según la información aportada por el propio Ministerio de Sanidad.
Comunidades como Andalucía, Canarias, Asturias y el País Vasco se oponen a esta medida, al igual que muchos, me atrevería a decir, la mayoría, de los profesionales sanitarios que cuidan de nuestra salud. Sanidad gratuita y universal se convierte desde ya en una conjunción de palabras que dejan de tener sentido, o mejor dicho, dí que tienen todo el sentido del mundo, pero ninguna valía, al menos en nuestro país. Y ante este panorama, qué debemos hacer los profesionales sanitarios que cada día, con muchísima frecuencia, nos encontramos con casos, en ocasiones, espeluznantes, de extranjeros en situación de irregularidad que requieren de nuestra atención, que necesitan un tratamiento para poder seguir viviendo… o malviviendo. Aquí cada uno debe hacer uso y hasta abuso de su ética y moralidad. Tratar con humanidad no debe ser objeto de ningún tipo de recorte. Cuidar la vida. Salvar la vida. Mantener la esperanza. Confiar un mañana mejor. No podemos dejar de dispensar ese trato, de atender a nuestros pacientes y a sus familiares, máxime en un momento tan delicado como es la enfermedad. Cada cual que se acoja a su Código Deontológico y a sus propios valores. Pero yo me pregunto qué consecuencias puede tener esta medida en la Salud Pública ya que habrá un importante grupo de personas sin control sanitario; qué va a pasar con los extranjeros que actualmente están en tratamiento por algún problema de salud grave; y con los servicios de Urgencias desbordados de usuarios, día tras día, con un tiempo de espera más prolongado para ser atendidos por el mismo o menor número de profesionales que, por cierto, trabajan más horas y cobran menos. Ante este panorama, bastante desalentador, como todo lo que tiene que ver con mermas en el Sistema Sanitario, yo me acojo a mi propio código, al código de la Humanidad.
José Francisco Lendínez