Clonación o regeneración

La pasada semana, el doctor Shoukhrat Mitalipov, de la prestigiosa  “Oregon Health & Science University”, publicó el desarrollo en humanos de la misma técnica que asombró al mundo en 1997 con el nacimiento de una especialísima oveja escocesa de nombre “Dolly”. La técnica utilizada es la de transferencia nuclear: se toma un óvulo de una donante, se le extrae el núcleo y se le inserta una célula adulta. Luego, el óvulo se activa, y empieza a dividirse en los primeros pasos del desarrollo embrionario.

    23 may 2013 / 17:16 H.

    Este inicio de la multiplicación celular es posible porque a diferencia de un óvulo, cualquier célula normal, como las de la piel, tiene la carga genética completa de una persona, por lo tanto no necesita que un espermatozoide aporte sus genes. Si ese crecimiento se completara estaríamos hablando de un clon, como fue el caso de Dolly. En humanos no se pretende tal cosa por lo que el progreso embrionario se para a los 5 o 6 días en una fase muy temprana conocida como blastocisto (una masa esférica de células). Lo más interesante es que muchas de las unidades que forman el blastocisto son células madres embrionarias capaces de especializarse en cualquiera de los tipos celulares existentes. Entonces ¿cuál es la gran ventaja, desde el punto de vista médico? Pues que cualquier persona que sufra una enfermedad que suponga una degeneración celular como alzhéimer, leucemia, etcétera, o que pueda necesitar el trasplante de un órgano, podrá ceder una célula de su cuerpo que se convertirá en el tipo celular u órgano que el paciente necesite y que nunca producirá el más mínimo rechazo. Solo hay que bucear mínimamente en las diferentes opiniones que se han vertido a raíz de esta noticia para darse cuenta que los apocalípticos y amigos de emponzoñar el progreso van a dar toda la batalla posible contra este avance. La mezcla de prejuicios religiosos con analfabetismo científico es un cóctel muy peligroso que se da en numerosos dirigentes occidentales y que demasiadas veces ha conseguido torpedear el verdadero músculo donde se asienta el avance de la humanidad, una ciencia cooperativa y universal que debería estar libre de ignorantes con poder.

    Javier Morallón es profesor de Biología