Claveles y pañuelos de papel

Este año no llevaba a ningún niño en brazos y sólo portaba el ramo de claveles recién embutido en papel celofán transparente. Una ligera pasada de carmín apuntaba en sus labios parte de la juventud que nunca tuvo y que sacrificó cuando apenas era una adolescente. El pelo negro, suelto y cepillado a conciencia, y ropa especialmente elegida para la ocasión.

    19 oct 2009 / 18:00 H.

    Para ella, los días de feria son temporada alta y una oportunidad para sacar unas perrillas y así, al menos durante unos días, no tener que recorrerse la ciudad de cabo a rabo con los pañuelos de papel en la mano, siempre dispuesta a encontrar un a quien quiera rascarse un euro del bolsillo. Durante estos días, una vecina se queda con los niños. La experiencia le ha enseñado que traerlos con ella puede suponer perderlos durante mucho tiempo y, en los mejores casos, verlos sólo los fines de semana. La insistencia es su mejor aliada y cuando ve un rostro conocido se le ilumina la cara porque sabe que el “negocio” está asegurado. Se recorre el ferial de cabo a rabo ofreciendo su mercancía allí donde su intuición le dice que puede materializar la venta. Forma parte de una fiesta en la que simplemente es una convidada de piedra. Su feria dista mucho de la de la mayoría. Sus flores en apenas unos días se convierten en pañuelos de papel.