Cine de Verano en Úbeda
Sería una pena que la arbitrariedad y las malas formas dieran al traste con una de las ideas más luminosas que ha tenido el equipo de gobierno de Úbeda en materia cultural: La puesta en marcha, por fin, del cine de verano. Sería muy triste que esta antigua demanda de cinéfilos acérrimos y de sibaritas del celuloide, fuese sólo el “sueño de una noche de verano” y que no perdurase más allá de las elecciones de Mayo y que en el próximo estío el cielo ubetense volviese a su aburrida oscuridad.
Sería una pena porque hay asuntos que tenemos que recuperar y no volver a perder, porque hay placeres que se nos agarran fuertemente a las tripas siendo niños y que con los años adquieren visos de experiencias imprescindibles. En la vida de cada uno de nosotros hay nostalgias de un pasado de película, hay imágenes de luciérnagas convertidas en estrellas diminutas flotando en el cañón de un proyector, hay aventuras en mares imposibles, hay sueños desperdigados en firmamentos de leche, hay tesoros escondidos y encontrados bajo la tierra compactada, hay besos primerizos que saben a Fanta de naranja, hay héroes elevados a los altares de la inocencia, hay llantos y risas, hay relojes y hay madres que siempre, siempre, nos esperan. Por eso, más allá de la crítica legítima, debemos de apoyar con fuerza una iniciativa como ésta y tenemos que desear que se prolongue durante todo el invierno en el Ideal Cinema. Por lo pronto, después de varios días de funcionamiento, hay que aplaudir el magnífico criterio en la elección de las películas, en el que se combina sin complejos una fantástica variedad de géneros, el cine comercial y el de calidad, obras maestras y películas de bullicio infantil, fascinación y esparcimiento porque eso es, a fin de cuentas, el cine de verano. Como cuenta Antonio Muñoz Molina en “El viento de la luna”, en nuestra infancia había dos cosas hermosísimas, el verano y el cine, que de golpe se unían para hacernos felices. Ahora, después de mucho tiempo, hay una tercera cosa: El deseo inmenso de seguir siendo felices por encima de todo.