Cinco millones de gorriones

Estaba acompañado de mis pensamientos, de un vaso de cerveza, un plato de patatas y un periódico del día. Pululando alrededor una bandada de gorriones picoteando por el suelo. Adrede, dejé caer una para ver su reacción. La disputaron con tanta intensidad que me parecía estar viendo un partido de rugby.

    28 jul 2011 / 10:45 H.

     Conseguí mi objetivo de fijar su atención y comenzó la ceremonia. Antes, con toda intención, había troceado las patatas y empujado el plato hacia una esquina de la mesa. Se fueron acercando con estudiada estrategia. Primero los más osados se acodaron sobre el apoyabrazos de la silla más cercana. Desde allí divisaban el horizonte y las patatas. Disimulaban sus pretensiones mirando hacia otro lado. Me mantuve lo más inmóvil posible mirando a la lejanía pero con el rabillo del ojo pendiente de sus movimientos. Se marcaban entre ellos intentando saber quién sería el primero en dar el salto definitivo. Lo intentó sin éxito un pequeñajo que al notar mi mirada se echó atrás. Después el de aspecto más veterano  en un movimiento rápido planeó sobre el plato, prendió con su pico una patata y se alejó. Le siguieron varios para ver si repartía el botín pero no tuvieron fortuna. Volvieron sobre sus pasos y vuelta a empezar. Uno, con  vocación de vigía, se posó en lo más alto de la silla y desde allí entró en picado y se apropió del trozo más grande, pero el infeliz tuvo la mala ocurrencia de soltarlo en el suelo y dos avispados se repartieron la crujiente vianda. El resto de la banda, ya más confiados, iniciaron un abuso placentero y poco a poco los trozos de patata fueron desapareciendo. No obstante los tímidos jovenzuelos asistían al banquete de sus hermanos sin atreverse a participar del festín. Cuando solo quedaban miguitas volqué el plato y la batalla final se resolvió en un santiamén. Los tímidos merodeaban bajo la mesa en busca de alguna migaja sobrante. Después mudaron su campo de batalla y desaparecieron.
    Pensé entonces cuán difícil es la lucha por la supervivencia. Cómo  nos depredamos unos a otros como gorriones insaciables. Los fríos y calculadores siempre por delante. Los confiados e inexpertos siempre detrás. Como la vida misma. Después fijé la mirada en la portada del periódico.  “Rubalcaba intenta desviar el caso faisán” “Camps dimite por el escándalo de los trajes” “El PP exige a Griñán, Chaves y Bono explicaciones” ”Los directivos de la CAM se adjudicaron cientos de millones en créditos” Y pensé a continuación que estos no eran gorriones sino más bien pajarracos carroñeros. Entre gaviotas y faisanes no dejan pasto para el resto. Cinco millones de gorriones en paro asomados a la verja del festín de unos pocos. Dejan caer migajas de consuelo para algunos pero el pastel abundante de las repletas mesas solo algunos lo degustan. No hay patatas para todos.

    Julio Pulido es empresario