Chatarra: La crisis arrastra a parados y jubilados a la 'jungla del metal'

Rafael Abolafia/Jaén
Vídeo.-Siempre ha habido gente que busca chatarra. Sin embargo, ahora hay más que nunca.Las dificultades económicas han provocado que todo tipo de personas se lancen a la calle desde primera hora de la mañana para buscar hierro, aluminio o cobre.

    06 dic 2011 / 10:28 H.

    El que tiene el carrito y  las manos más veloces es el que se lleva el gato al agua en esta “jungla del metal”.
    Lo que para muchos es basura, para otros es dinero en metálico. Y nunca mejor dicho para el negocio de la chatarra, que  ha dejado de ser una actividad exclusiva dominada por ciertos colectivos como familias gitanas o inmigrantes. La crisis ahoga. El desempleo hace estragos y decenas de parados han tenido que salir a la calle para recoger hierros y así poder ganarse el pan de cada día. Luis, de 39 años, lleva casi tres años sin empleo y sin prestaciones. Tiene un hijo a su cargo y muchas obligaciones económicas. Cada mañana, sale con un carrito de supermercado por el polígono de Los Olivares y rebusca en los contenedores piezas de metal. Cuando lo llena, acude a la chatarrería, donde le pagan entre 15 y 20 euros, según la “calidad” de la mercancía. Con el dinero en el bolsillo, vuelta a las contenedores, a la rebusca. Aquel que tiene el carrito más rápido y las manos más veloces consigue adelantarse a sus “rivales”. La competencia en la calle ha aumentado mucho con la crisis.
    Con la actual situación económica, el tradicional negocio de la chatarra tiene una actividad frenética. Para muchos es la única manera de conseguir dinero en metálico y poder subsistir en estos tiempos difíciles. Algunos jubilados también se han lanzado a patear obras y polígonos para completar su pensión.
    Desde finales del año pasado los precios al alza de las materias primas han hecho que repunte esta actividad, que siempre ha tenido una connotación negativa. Con permiso o sin él, una legión de chatarreros, ahora más numerosa que nunca, inspecciona obras, mobiliario urbano o edificios antiguos en busca de estas aleaciones para venderlas al peso. A los chamarileros de siempre se les une ahora un tropel de inmigrantes, en su mayoría provenientes de Europa del Este, y también “nacionales” que no encuentran un trabajo mejor. “Van a lugares abandonados y cogen todo lo que pillan”, explica un guardia civil con muchos años de experiencia en la Comandancia de Jaén. Es ahí donde está el matiz, la delgada línea que separa la búsqueda de metal en edificio abandonados y calles de cualquier pueblo de Jaén de los robos de material en obras, almacenes o instalaciones.
    Lo más valorado es el cobre, que puede alcanzar hasta cinco euros por kilo si es de buena calidad. Y los ladrones actúan con una osadía insólita. El pasado verano, parte del casco urbano de Baños se quedó a oscura, porque habían robado los cables  para venderlos al peso. No es un caso aislado para desesperación de compañías eléctricas y telefónicas. Son los efectos colaterales de la “guerra de la chatarra”.
    Vídeo grabado en 2009