'Chapí demostró con La Revoltosa que era un adelantado a su tiempo'
'Con 'La Revoltosa', el maestro Chapí demostró que era un innovador, un avanzado de su tiempo, ya que incorporó a una zarzuela, ambientada en un patio de vecinos madrileño, melodías andaluzas del flamenco, como una guajira, una seguidilla e, incluso, un pasodoble'.
El tenor Alberto Puig, que encarna al personaje central Felipe, se muestra vibrante ante la presentación en Jaén de esta zarzuela, considerada junto a “La verbena de La Paloma”, la más importante del llamado género chico. “Hasta ahora, habíamos actuado en Jaén pero con una ‘Antología de la zarzuela’, en la que se incluían algunas canciones de ‘La Revoltosa’, pero esto es muy diferente, porque, además de la pareja protagonista de dos solistas, hay otras tres parejas que también tienen un papel destacado porque los maridos se enamoran de Mari Pepa. Es una obra que engancha a quien la vea”, comenta el tenor. En el escenario se darán cita diez actores, más el coro y el ballet, y, en el foso, la orquesta.
Alberto Puig aclara que el personaje de Felipe lo puede encarnar tanto un barítono como un tenor “pues tiene una tesitura para dos timbres y, al encontrarse en medio de dos tipos de voces, exige una disciplina vocal”.
Felipe es un madrileño, cuajado, chulapo, seductor, un pollo que se sabe guapo, venido a más, que se enamora de una joven de su patio de vecinos, Mari Pepa, que es su contrapunto. Ella es simpática, abierta y atractiva. Para Felipe supone un pasatiempo, pero Mari Pepa se lo pone difícil, ya que es una mujer que se ha hecho a sí misma, adelantada a su tiempo, ya que está ambientada en un barrio del Madrid de finales de siglo XIX.
Felipe sufre por su frescura, por su atractivo arrollador para los hombres, ya que cuatro o cinco vecinos están perdidamente enamorados de ella. Mari Pepa genera una atracción irrefrenable, pero, ni quiere ni deja de querer, y trata con desdén a Felipe. El dúo que canta la pareja, titulado Felipe y Mari Pepa, ha sido considerado por la crítica extranjera como equiparable a cualquiera de los mejores dúos de ópera de finales del XIX.
Ruperto Chapí, crea una verdadera obra de arte musical sinfónica y popular, que cautiva desde las primeras notas de su preludio, dando vida a una partitura, en la que lo culto y lo popular se dan de la mano. Sus números musicales constituyen un patrimonio vivo de la lírica española con toda su vigencia. Ignacio Frías /Jaén