Cerezas entre olivos
El blanco inunda estos días el paisaje de más de mil doscientas hectáreas de la provincia, repartidas en los municipios de Alcalá la Real, Frailes, Castillo de Locubín y Torres. Es el color de las flores del cerezo, que están en plena ebullición después de un invierno frío y lluvioso seguido por unos días de sol. Esta semana se espera que lleguen a abrir todas las flores y ofrezcan un maravilloso paisaje blanco en la Sierra Sur y Mágina, que contrasta con el verde del inmenso mar de olivos.
Y es que la provincia de Jaén es la primera productora de cereza de Andalucía y está entre las seis primeras de España, por detrás de otras como Zaragoza, Cáceres, Alicante, Tarragona y Barcelona, gracias a sus 1.237 hectáreas de cerezos, que producen unos tres millones de kilos de este fruto cada año. Pero, para ver las cerezas en los árboles, faltan aún casi dos meses, ya que no es hasta mayo cuando madura y comienza su recogida, que se prolonga hasta los meses de junio y julio, en el caso de las parcelas más tardías. Después de unos años en los que el sector perdió muchas hectáreas por la baja rentabilidad de su producción —bajos precios comerciales con muchos gastos de mantenimiento y recolección siempre en pequeñas fincas de carácter familiar—, la cereza recupera su lugar y son muchos los que vuelven a plantar y mimar estos árboles.
Pero, además de la importante vertiente agrícola de este árbol frutal, es destacable su reclamo como atractivo turístico y gastronómico. Son muchos los visitantes que llegan, cada primavera, a Torres y a la Sierra Sur para disfrutar de la belleza de su floración, como si se tratara del gran Valle del Jerte extremeño. Solo con la peculiaridad de que, en Jaén, el cerezo convive con los campos de olivos. Después, en junio, con iniciativas como la Fiesta de la Cereza de Castillo de Locubín, que este año alcanzará su vigésimo octava edición, o las Jornadas Gastronómicas de la Cereza de Torres, vuelve el reclamo para disfrutar de este fruto en la provincia. De hecho, hosteleros de estas zonas no dudan en lanzar ofertas y paquetes especiales en los que se ofrece recoger cerezas y disfrutar de ellas en sus platos. Ya sea en salsas, postres y licores, la cereza está muy ligada a la tradición culinaria de estas zonas y sirve como escaparate que, primero, atrae y, después, convence al visitante. Por ejemplo, en Torres, el Hotel Almoratín oferta escapadas de fin de semana en las que se pueden recoger cerezas de sus huertos —en los que también se puede apadrinar un cerezo— o el Hotel Jurinea deleita, desde hace ya diez años, a sus clientes con sus jornadas gastronómicas basadas en la cereza. Todos tienen claro el potencial de su producto, solo hay que darlo a conocer al resto, lo que también hace Castillo de Locubín con su fiesta anual. En ella, destaca la exposición gastronómica de postres, licores y platos especiales, centrados en su joya roja. También hay un concurso de calidad de cerezas, exposiciones, venta de cerezas y productos locales, animaciones infantiles, rutas turística, actuaciones musicales y torneos deportivos.
Todo para enorgulleciese y mostrar al mundo la joya roja que brilla entre los olivares de Jaén.