Cercanía y personalidad de la Costa Tropical que seducen a los jiennenses
Fotografías: Francisco Calero
Texto: Pepi Galera
Cercanía, paisajes “exóticos” y su tranquilidad son las bondades que defienden los miles de jiennenses que cada verano se “mudan” a la Costa Tropical. Almúñécar, Salobreña y Torrenueva son tres de sus destinos favoritos. Acantilados, calas y extensas playas configuran el paisaje de esta costa conquistada por numerosos pobladores a lo largo de la historia, entre otros fenicios, romanos y árabes, que se la disputaron y dejaron huella de sus culturas. Ahora, son los jiennenses los que las “colonizan” aunque sólo sea por unos meses.
Texto: Pepi Galera
Cercanía, paisajes “exóticos” y su tranquilidad son las bondades que defienden los miles de jiennenses que cada verano se “mudan” a la Costa Tropical. Almúñécar, Salobreña y Torrenueva son tres de sus destinos favoritos. Acantilados, calas y extensas playas configuran el paisaje de esta costa conquistada por numerosos pobladores a lo largo de la historia, entre otros fenicios, romanos y árabes, que se la disputaron y dejaron huella de sus culturas. Ahora, son los jiennenses los que las “colonizan” aunque sólo sea por unos meses.
Y es que, en el caso de elegir Salobreña, ese pequeño “terrón de azúcar” que se erige en las faldas de su castillo árabe, un jiennense puede llegar en poco más de una hora y cuarenta minutos desde la capital. Mucho tiene que ver para ello la inauguración de un anhelado proyecto durante dos décadas por los habitantes y visitantes de la Costa Tropical: el último tramo de la autovía Bailén-Motril. Fue a principios del pasado verano. Muchos de los jiennenses que pasan estos días sus vacaciones en la zona aún recuerdan los años en los que pasaban horas atrapados en los carriles separados por conos para bajar a la playa. Para volver de las vacaciones, ni que decir tiene el suplicio que sufrían al verse atrapados en esta ratonera. Pero esos tiempos pasaron. Lo que sí queda pendiente, en este sentido, es la construcción de la A-7, la “autovía del Mediterráneo que enlazará con Almuñécar, por un lado, y con Almería, por otro.
También por esta cercanía es el lugar preferido para las escapadas de fin de semana de los jiennenses y, quizá, donde más segundas residencias costeras poseen. Con un “boom” del turismo algo más tardío que otras zonas costeras, durante mucho tiempo fue un destino muy tranquilo y accesible a muchas economías familiares. Por ejemplo, a mediados de los añossetenta , cuando se construyeron los 667 apartamentos Salomar, en Salobreña, muchos jiennenses se lanzaron a hipotecarse en los “dos millones y pico” de pesetas que costaban. Así, hoy, prácticamente la mitad de estos apartamentos, están habitados por dos, e incluso tres generaciones de jiennenses que son fieles a disfrutar los meses de verano a esta playa. Algo parecido ocurre con la de San Cristóbal, en Almuñécar, quizá la zona donde más resuene el acento jiennense de la Costa Tropical durante julio y agosto. Allí, muchos jiennenses son asiduos de edificios de apartamentos tan populares como el “Chinasol”.
Con igual número de amantes y detractores por los chinos y cantos que cubren estos 73 kilómetros de costa —exceptuando algunas como la de El Pozuelo de Almuñécar—, todas se caracterizan por disfrutar de un microclima subtropical, con 320 días de sol al año y una temperatura media en torno a los 20 grados centígrados, características que hacen posible el cultivo de frutos tropicales en sus exuberantes vegas. Incluso, de esta particularidad viene su nombre, ya que por la excepcional bonanza del clima durante todas las estaciones del año, que le permitió hace dos siglos convertirse en el único lugar de Europa donde se cultivan frutos subtropicales como el mango, la chirimoya, el aguacate y la papaya. Nombres que evocan sabores y lugares exóticos y que, sin embargo, son propios de este rincón predilecto para los jiennenses de la costa mediterránea. Estas son algunas de las características que dan personalidad a esta costa, en la que granadinos y jiennenses, con algunos madrileños, se convierten a diario en perfectos compañeros para jugar una partida de dominó, disfrutar de una cervecita en alguno de sus chiringuitos o refrescarse en sus aguas y es que, según dicen y ejemplifican, tantos veranos juntos les convierten ya en grandes familias.
Otra de las caras de esta “colonización” en la Costa Tropical es la llegada de jiennenses a la búsqueda de un trabajo durante los últimos años en un creciente sector turístico. Por ejemplo, Juan Román y María Dolores Pérez, ambos de Chilluévar, llegaron hace dieciséis años a Almuñécar para trabajar en la hostelería y, en la actualidad, han hecho ya de este municipio su primera residencia. Ya sea para un fin de semana, quince días, un mes o por tiempo indefinido, la Costa Tropical atrae a miles de jiennenses, que hacen “suya” esta privilegiada, cercana y personal tierra bañada por el Mediterráneo.