CECILIA GÓMEZ GARCÍA. "En la vida, lo que está para ti nadie te lo quita"
Olivia Aranda
Cecilia es de Ecuador pero lleva 10 años en Jaén, adonde vino casualmente y donde ha encontrado la felicidad. Cecilia es una gran conversadora, risueña, vivaz y romántica. Dejó huella en las radios de su país pero no se arrepiente de haber venido.
Cecilia es de Ecuador pero lleva 10 años en Jaén, adonde vino casualmente y donde ha encontrado la felicidad. Cecilia es una gran conversadora, risueña, vivaz y romántica. Dejó huella en las radios de su país pero no se arrepiente de haber venido.
—¿Por qué vino a España?
—No vine a quedarme, vine porque una amiga mía vivía en Madrid, yo llevaba mucho tiempo trabajando en la radio, llega un momento en que te saturas y necesitas desconectar un poco, tenía un mes de vacaciones y pedí dos más de excedencia pero el dinero que traía se me terminó, porque llegué justo en las fiestas de San Isidro, entonces mi amiga me dijo que tenía una tía que vivía en Jaén, que podía trabajar allí los dos meses que me quedaban y conseguir algo de dinero. Cuando vine me encontré con una familia fantástica, yo cuidaba a una abuela pero no tenía papeles, ellos me dijeron que me los iban a hacer y los 2 meses se convirtieron casi en 7 años. Tuve mucha suerte, hay gente que lucha muchísimo para que le den la documentación y a mí me la hicieron enseguida. No me di cuenta cuando se me cayó el pasaje, yo ya me quedé, estaba a gusto, me sentía bien, fue como desconectar y ver que tenía cualidades para hacer otras cosas, y me gustó, porque la vida de la radio es muy superficial a veces. Tú no sabes la satisfacción que es poder servir a otra persona que necesita de ti y además estar trabajando. Yo siempre que hablo de ella digo “mi abuela” y cuando salía el fin de semana decía “me voy a ver cómo está mi abuela”. Cuando se murió para mí fue una pérdida muy grande. Aquí me liberé de esa tensión que tenía en la radio y me sentía más ser humano, es muy raro lo que me pasó. Y cuando me dieron la oportunidad de trabajar en Onda Jaén, eso fue para mí tocar el cielo con las manos.
—¿Qué hacía en Onda Jaén?
—El programa se llamaba Zona Latina y lo hacíamos los sábados. Eso fue un caso, pero en la vida lo que está para ti nadie te lo quita. Yo quería trabajar en la radio y quería probar en Onda Jaén. Hablando con mi amigo Antonio Oliver me aconsejó: “¿Por qué no le escribes una carta al director de la radio y le cuentas tu situación? Busca la manera de contactar con él”. Y yo decía: “¡Anda ya!” Un día me animé y me puse a escribirle, el director era Amador Cámara, pero no me contestó inmediatamente porque estaban cerrando la temporada, me llamó en septiembre para que nos viéramos y empezara a trabajar. Y yo le pregunté: “¿A trabajar ya? Pero si no hemos hablado”. Y él me contestó: “Con la carta que me has mandado yo tengo la idea de lo que tú quieres hacer, veo que tienes ganas y disponibilidad, adelante”. Cuando me pasó eso fue fantástico, hablábamos con la gente de Subdelegación, las asociaciones, Asuntos Sociales... y cuando estaba el PP nos abrieron las puertas, ahora con este gobierno municipal no sé por qué no trabajamos igual, debería ser al contrario si es un gobierno de izquierdas. Yo también soy la secretaria de la Asociación de Ecuatorianos y hemos pedido audiencia con la alcaldía y nada. Vemos que no tenemos la misma apertura que teníamos antes.
—¿Cómo fue su trayectoria en Ecuador?
—Soy periodista pero me especialicé en locución de radio y televisión. Comencé a trabajar por hobby en mi ciudad, Ambato, en Radio Hola, luego me llamó para hacer un casting el director de JC Radio La Bruja, que es como Los 40 principales en España. Yo creía que era una broma. Me fui a Quito un viernes y el lunes estaba trabajando con ellos, ahí estuve 5 años. Después me llamaron de Santo Domingo y estuve 6 años. Pero yo empecé estudiando auditoría y contabilidad y me cambié de carrera para estudiar Periodismo mientras estaba en JC Radio. Hay gente que nace con ciertas cualidades y yo me siento comunicadora, pero fue un disgusto para mis padres porque mi madre era contadora y auditora y la única hija que estaba haciendo su carrera era yo. Ahora me llaman para que salga al aire en eventos de la radio. Incluso sigo siendo la voz oficial de Estéreo Zaracay.
—¿Se siente frustrada?
—La profesión nuestra es como un gusanillo, yo tengo a mi gusanillo de seda que quiere ser una mariposa para salir volando. A mí me queda todavía mucho por enseñar de mi trabajo. Estamos en una sociedad multicultural y en las grandes cadenas escuchas a argentinos, venezolanos... Sí tú estás preparado para eso por qué no buscar a alguien que te dé tu oportunidad, yo estoy esperando eso. Pero aquí he encontrado el amor. Si yo regresara estoy segura de que volvería a trabajar en la radio porque he estado en una de las mejores de Ecuador y sé que tengo las puertas abiertas, estaría más a gusto profesionalmente, estaría con mi gente, pero el amor, ¿dónde lo dejo? Yo no vine a quedarme y me he quedado, no tenía papeles y me los hicieron, tengo ya la doble nacionalidad, España me ha dado una facilidad tan grande sin buscarla. Y no me arrepiento de nada, ni de haber dejado mi casa ni la radio. España se ha portado conmigo muy generosa.
—¿Qué echa de menos de su país?
—La comida, el aire, el olor. Tú te vas a la costa y huele a pescado, a mar, a gente humilde y trabajadora. Tú te vas al mar de aquí y es muy distinto el olor. Tú coges una naranja aquí y la partes y no huele como mi naranja. Yo llego a Ecuador, huelo profundamente y digo: “Estoy en mi casa”.
—¿Con qué frecuencia va?
—Antes iba todos los años y ahora desde la muerte de mi madre, hace casi tres años, no he ido. Ella era el motor que siempre nos ha llamado. Cuando ella se murió no pude ir, eso es muy doloroso. Porque tú estás aquí tan lejos y qué haces, ¿te vas a Madrid a ver si puedes conseguir un vuelo? y si no tienes dinero ¿qué haces?. Y, en parte, no sé si es bueno o malo que no haya ido porque para mí sigue viva. Yo llamo por teléfono y es como que se ha ido a comprar. Como no la he visto muerta pues me hago a la idea de que está fuera. Nos perdemos muchas cosas al estar lejos.
—¿Tiene previsto ir en breve?
—Quiero ir en diciembre y si no puedo me gustaría ir para los carnavales. Quiero recomendar que visiten Ecuador, tiene muchas cosas que ofrecer: las Islas Galápagos o la provincia de El Oro. Mi país está en un sitio muy privilegiado, te puedes ir a Quito —la mitad del mundo— puedes conocer volcanes, la Amazonía, te puedes bañar en la playa durante todo el año y cada región tiene su comida. Tienes que visitar mi país, los hombres son muy cariñosos (risas).
—¿Qué es lo que más le gusta de Jaén?
—De la ciudad me gusta que es muy recogida, que sirve para vivir, está todo a mano. Y de la gente me gusta lo espontánea que es, son muy afectivos.
—¿Se siente integrada en la vida de Jaén?
—Sí, no recuerdo haberme sentido nunca discriminada por ser inmigrante. Me siento bien viviendo aquí.
—¿Qué le ha dado Jaén?
—Jaén me ha dado estabilidad, pero sobre todo lo más grande que puedo tener: el amor. Tengo un hombre genial, es bueno, es mi novio, mi amigo, mi todo. Él me da a mí la serenidad que me hace falta y él dice que yo le doy esa locura, esa frescura que yo tengo de que soy muy arrebatada. Habla conmigo como si fuera un amigo suyo. No puedo presumir de que tengo casa, coche, dinero, pero sí de que tengo amor, eso sí, a manos llenas.