Catalanes de Jaén

Esta mañana he recordado que tengo que escribirle a mi prima Inés (desde hace algún tiempo ella prefiere que la llame Agnes, pero la verdad es que no acabo de acostumbrarme), para decirle que hace unos días con motivo de la festividad de Todos los Santos me acerqué al cementerio como hago todos los años para limpiar la tumba de los abuelos y la de sus padres y de paso ponerle las flores que ella me encarga para mantener vivo su recuerdo.

    20 nov 2015 / 11:20 H.

    Esta piadosa tarea la hago con todo el cariño del mundo y, además, suelo llevar una vela que enciendo en memoria de mis tíos y de toda la familia. Mi prima, que ya va siendo bastante mayor, como todos nosotros, es de Jaén, pueblo para más señas, y se fue a vivir a Santa Coloma de Gramanet allá por los años sesenta. Allí encontró trabajo como sirvienta con unos señores muy apañados según decía, y con el paso del tiempo se casó con otro emigrante de Almería que trabajaba en una fábrica de carretillas; total, una historia bastante común entre toda esa gente de nuestra tierra que fue a Cataluña a tratar de encontrar una vida algo mejor de la que tenía aquí. Durante muchos años, sobre todo mientras vivieron sus padres, venían al pueblo en el verano y se hacían lenguas de lo mucho que trabajaban para salir adelante y lo bien que vivían allí, aunque si pudieran algún día pensaban retornar si ahorraban lo suficiente. Pero, sucedió que en Cataluña nacieron sus hijos y todos esos sueños quedaron en nada, porque la vida les ancló allí y cuando se dieron cuenta sus nietos hablaban catalán y no querían oír nada de esas cosas de viejos que ellos les contaban. La única realidad era que sólo escuchaban decir una y otra vez que los catalanes eran diferentes al resto de los españoles y que, además, España les robaba parte de lo que ellos pagaban en impuestos, para con ello financiar el paro y la vagancia de aquellos que eran sus antepasados. Mi prima Inés (Agnes se llama ahora) y la mayor parte de los que emigraron como ella dejaron de sentirse a gusto con sus orígenes y siguiendo el ejemplo de sus nietos y las soflamas de algunos iluminados, se han convertido en los más fervorosos independentistas.
    Francisco Casas Delgado