06 oct 2014 / 10:28 H.
Hoy en día ya no existen ideas nuevas, ni personas excéntricas u objetos auténticamente extraordinarios. Somos más normales de lo que nos creemos y la culpa es de Google. En la era del conocimiento globalizado, la sensación de ser única, a mí Google me la distancia en un segundo. De hecho, alguna que otra vez he hecho la prueba. Durante una época, cada vez que echaba un vistazo a cualquier reloj digital de mi entorno, marcaba las once y once. Podía tratarse de anécdotas casuales que me ofrecía la vida, como cuando has parido y solo distingues carritos de bebé allí donde mires. Y ¿qué hice yo? Pues lo normal: eché mano de ese actual Oráculo de Delfos digital. Tecleé esa hora, 11:11, en el ordenador y el resultado, discúlpenme, no pienso compartirlo con ustedes, más que nada por dejarles el placer de realizar una búsqueda con tanta base científica. Lo cierto es que la mayoría somos normales, con esa normalidad de la Sociología de la Desviación, es decir, la que dice de todo lo que está dentro de la Campana de Gauss es normal y lo que está fuera, o sea, en el ‘relente’ de la estadística de la vida, por exceso o por defecto, es anormal. Por eso, esta semana me ha emocionado tanto el hallazgo de algo único y original en nuestra tierra. Se trata de esa magnífica pieza encontrada en las excavaciones de la ciudad ibero-romana de Cástulo, en Linares, denominada ‘Patena de Cristo en Majestad’ y que ha motivado una gran repercusión internacional. Posiblemente, la excepcionalidad de la pieza radica en que es de las primeras representaciones de Cristo en la Península, también que está realizada en vidrio decorado mediante la técnica del esgrafiado y en que la figura representa a un joven Cristo imberbe, con pintas de filósofo alejandrino. Pero sé que el equipo que lo ha encontrado también es excepcional. Desde hace tiempo vienen trabajando de forma transversal, abriendo las puertas de la excavación y la cultura a la ciudadanía que quiera acudir allí para participar de su patrimonio histórico. Y, qué quieren que les diga, eso, al menos a mí, me ofrece la ilusión de que todavía existen cosas fuera de lo común, en el relente de la vida.