Castellar vuelve a “estallar” con el regreso de los gitanos

Poco más de 48 horas duró la “tregua” en Castellar. La tensión volvió, y con más fuerza aún si cabe. Las familias gitanas que se fueron en la madrugada del martes, tras la presión de los vecinos después de una trifulca, volvieron y se encontraron sus viviendas con los cristales rotos y partes incendiadas. Ese fue parte del “recibimiento”. Y también, dos mujeres de estas familias se “refugiaron”, “sintiéndose amenazadas” por otros vecinos en la sucursal de un banco y en una farmacia, desde donde llamaron a la presidenta de Sinando Kalí, María del Carmen Carrillo Losada, para pedirle ayuda. Tal y como esta detalla, le explicaron que estaban “sitiadas”, con mucho miedo. Carrillo telefoneó al alcalde de Castellar, Gabriel González, como “máxima autoridad”, para que pusiera freno a la escalada de tensión.

23 ago 2014 / 08:30 H.


Y el alcalde tomó “cartas” en el asunto. Lo que hizo fue convocar a las familias gitanas y a varios vecinos más, como portavoces del “malestar” en el pueblo, en el salón de plenos. Buscaba conseguir acuerdos, compromisos para que la paz se restableciera. Mientras, otra concentración no autorizada en las puertas del Ayuntamiento. Acudieron, según el regidor, más de trescientas personas. Fue a las ocho de la tarde y casi dos horas después y tres reuniones —por separadas las partes y otra juntas, más tarde—, la conclusión a la que llegó el alcalde fue que “los problemas continuarán”. Y lo harán porque, dice, solo una de las dos familias gitanas se compromete a que sus miembros más conflictivos se alejen de Castellar, al menos, por un tiempo. Y los vecinos “no los quieren ver en el pueblo”, convencidos de que mientras que vivan entre ellos los continuos problemas no cesarán. “Solo se puede arreglar si se van voluntariamente”, dice el alcalde. “Otra cosa no se puede hacer”. Aun así, anunció, que hoy volverá a intentar mediar. Mientras, la Guardia Civil, nuevamente con un amplio dispositivo, hace de “muro” de protección entre unos y otros. Al menos una veintena de agentes, estuvieron vigilantes para que no hubiera altercados más graves.
“Los invitaron a irse del pueblo para protegerlos, decían, y hasta el alcalde les llenó el depósito de gasolina para que se fueran”, dice la presidenta de Sinando Kalí. Un hecho que González confirma, pero con matices: “Todos se fueron libremente, nadie les obligó. Y a los que no tenían medios para hacerlo, le dimos esa ayuda”. Pero no es la solución para María del Carmen Carrillo: “Si han vuelto es porque no tienen dónde estar”. “Si la justicia es igual para todos, que sea esta la que la administre”, concluye.