Carta al respetable ciudadano Óscar Pérez González
Estimado ciudadano Óscar: Espero que al recibo de esta se encuentre bien. Yo, bien, gracias a Dios. El motivo de dirigirme a usted es para agradecerle sus sinceros sentimientos de odio y rencor hacia los especímenes de placita segura y acogedora del estamento funcionarial que, con el ímpetu de toro de lidia manso, expone en sus comentarios del 14 y 29 del presente mes.
Veo que mi aportación periodística del pasado día 6 de agosto, en la que pedía perdón a toda la sociedad por haber dedicado mi vida al servicio público, no le ha satisfecho del todo, o más bien debería decir que le ha hecho embestir y dar cornadas de toro manso a otros inocentes especímenes de placita segura y acogedora del estamento funcionarial, por eso vuelvo a pedirle disculpas por trabajar como funcionario. Lamento que los ciudadanos de Jaén se hayan quedado con las ganas de conocer las muchas anécdotas que tiene, casi a diario, de estos especímenes, por eso le ruego que me disculpe si se las cuento personalmente, gracias a la amabilidad que siempre me dispensa nuestro querido Diario JAEN y, sobre todo, gracias a la libertad de expresión que nos garantiza la Constitución, como ciudadanos de un estado libre y democrático de derecho. Quisiera contarle la anécdota del espécimen cirujano de un hospital público que tenga en sus manos la tarea de operar su duro corazón o su enferma cabeza. Y la del espécimen enfermera que cuide del posoperatorio para que pueda marcharse sano y salvo a su casa. O la de los especímenes de la enseñanza. Profesores de Primaria e Infantil que, con más paciencia que el santo Job, inculcan a sus hijos, si los tiene, las primeras nociones del conocimiento humano y de la educación. Profesores de Secundaria que profundizan en la educación y ciencia de sus vástagos en la complicada etapa de la adolescencia. Profesores de Universidad que pulen y culminan la formación de sus retoños para que puedan explotar sus potencialidades en el mundo de la empresa, la ciencia, la cultura o la política. ¿Qué me dice de los anecdóticos especímenes que se encarga de su seguridad? El espécimen militar, que le asegura paz y tranquilidad ante cualquier intrusión del espacio aéreo y marítimo de nuestro país, que arriesga su vida en misiones de paz en Afganistán, Libia, Bosnia, Centroamérica y otros recónditos lugares, para garantizar los derechos humanos y la paz mundial. Que dan su vida en la Unidad Militar de Emergencias apagando los fuegos intencionados de otros especímenes de nuestra sociedad. El espécimen policía y guardia civil que, para su seguridad, arriesga la vida en la lucha contra el terrorismo, narcotráfico, violadores, maltratadores, asesinos, ladrones y demás escoria humana que pulula a su alrededor. Que por las noches patrulla la calle donde vive para que usted pueda dormir tranquilamente. Que lo socorrerán en un accidente de circulación o cuando en mitad de la noche se quede inmovilizado en el coche porque la nieve haya cortado la carretera por la que circula. El espécimen bombero, que sin pensarlo se introducirá en su vivienda para salvar su vida y sus bienes, evitando así el humillo a cuerno quemado que produce la combustión. Otra anécdota es la del espécimen funcionario de Instituciones Penitenciarias, que se queda sin cena de Noche Buena familiar porque tiene que custodiar y vigilar a los asesinos, terroristas, narcotraficantes, violadores, maltratadores de mujeres y demás especímenes del mundo de la delincuencia, que ingresan en las prisiones porque otros especímenes, los fiscales y jueces, los han acusado, enjuiciado y condenado. Tengo otras muchas anécdotas que conozco a diario de los especímenes carteros, auxiliares, administrativos y ordenanzas mileuristas que ya le contaré en otra ocasión, pues, como bien dice, ahora me es imposible por razones obvias. Quiero decirle, estimado ciudadano Óscar Pérez González, que me preocupa su salud, por eso le ruego que me permita aconsejarle al espécimen médico de familia de su Centro de Salud, que le aliviará ese estado mental y anímico que le hace sentir como un toro de lidia manso. Ahora bien, si los síntomas de cornúpeto que padece son consecuencia de sus ansias de placita segura y acogedora en el estamento funcionarial, entonces le recomiendo que siga el ejemplo de todos esos especímenes que tanto odia y déjese la vida, los ojos, las pestañas, la familia, las discotecas, el divertimento imprescindible y la misma salud, comiéndose folios de temas, y si da la talla, el Boletín Oficial del Estado comunicará al resto de ciudadanos que Óscar Pérez González ha demostrado tener los méritos y la capacidad necesarios para trabajar al servicio de la sociedad. Si no da la talla y su ansiedad por ingresar en el estamento funcionarial no le deja dormir, entonces le aconsejo que se meta en la política y dé el pelotazo de ser nombrado alto cargo o asesor, con la ventaja de cobrar la extra de Navidad que le han robado a los otros odiosos especímenes funcionarios de carrera. Sin nada más por la presente, se despide su seguro servidor público, Enrique Rodríguez García, funcionario de carrera de la Administración General del Estado, con treinta y seis años a su servicio y al del resto de ciudadanos de España.
Enrique Rodríguez García desde Jaén.