Carta abierta a las asociaciones de vecinos de Jaén

ÁNGEL IBÁÑEZ desde JAÉN. Nos preocupa la situación de ruptura que atraviesa el movimiento vecinal y la negativa imagen que afecta al prestigio y credibilidad de las asociaciones de vecinos en general. A estas alturas hay que admitir que las federaciones han fracasado en el intento de agrupar a las asociaciones de vecinos de Jaén en su conjunto.

    07 nov 2013 / 18:44 H.

    Hoy pueden crearse tantas federaciones como quieran algunos, por lo que estas organizaciones dejan de tener sentido en su cometido principal de integrar a las agrupaciones vecinales de cada barrio. Por tanto la unidad que propugnamos supera la idea de formar una sola federación vecinal en Jaén, aspiración que hemos visto frustrarse reiteradas veces y a lo que muchos no parecen dispuestos. Nuestro propósito es propiciar la unidad de acción de las asociaciones de vecinos al margen de su filiación en cualquiera de las federaciones que se integren. Unidad de acción ante situaciones que comúnmente afecten a nuestros barrios y para respaldar las reivindicaciones que puntualmente llevemos a cabo. Convencidos de que el movimiento vecinal tiene que ser una fuerza añadida a otras capaz de empujar una salida a la actual situación de crisis, urge plantearnos nuestro papel como organizaciones de base ante el grave deterioro del estado del bienestar y de la propia democracia. Como asociaciones de vecinos debemos poner en el centro de nuestras preocupaciones los problemas y necesidades de los barrios agravados en los últimos años por la crisis. Esta ciudad destaca por las alarmantes cifras de desempleo que tienen como consecuencia el empeoramiento de las condiciones de vida de cada vez mayor número de personas y familias, de ahí la imperiosa necesidad de que las administraciones públicas a todo nivel y las instituciones den una respuesta efectiva para evitar el aumento de la pobreza y la exclusión.
    Las reivindicaciones “de toda la vida” que tanto han caracterizado al movimiento vecinal desde sus inicios, no pueden seguir siendo el único o principal argumento de nuestra causa. Conscientes de que hemos cumplido una etapa y que nuestra lucha ha servido para ir adquiriendo mejoras dotacionales en los barrios (equipamientos, servicios o infraestructuras), nuestra actividad hoy día debe enfocarse a trabajar decididamente contra la exclusión social, especialmente en los barrios más vulnerables donde tengamos significativa presencia las asociaciones de vecinos. Problemas de gran alcance social como la dificultad de acceso a la vivienda, la precaria concesión de ayudas a familias necesitadas, la falta de trabajo y de oportunidades para los jóvenes, importantes infraestructuras inacabadas, el abandono de los barrios, la ruina económica del Ayuntamiento, los continuos recortes sociales aprobados por el gobierno, etcétera, son motivos que nos obligan a incrementar la labor reivindicativa y de denuncia de las asociaciones de vecinos en los barrios desde la cercanía y el conocimiento de la realidad que nos caracteriza. Las asociaciones de vecinos podemos cumplir un importante papel como observadores directos de los problemas sociales y del impacto que la crisis y la falta de trabajo está causando en la gente, abriéndonos de par en par a la realidad que nos rodea. Muchos problemas (desempleo, desahucios, fracaso escolar, falta de recursos públicos, despidos, etcétera) tienden a ocultarse, por lo que debemos mantener una actitud dispuesta a canalizar situaciones de este tipo a través de nuestras asociaciones en colaboración con grupos y plataformas que la sociedad ha creado de manera específica para dar respuesta.
    A pesar de las dificultades decimos que creemos en nuestra capacidad para transformar la realidad más cercana si nos proponemos trabajar en franca colaboración con los movimientos sociales. Para ello es preciso recuperar el entusiasmo e incorporar cada día más gente a participar.
    A pesar de que las situaciones descritas afectan de diferente forma en cada barrio, el movimiento vecinal tiene que definir sus prioridades en relación a los problemas más acuciantes de la sociedad, y en función de esto establecer mecanismos de solidaridad que son apremiantes.
    Queremos ahondar en la idea de que las asociaciones de vecinos tenemos que ser punta de lanza de la participación ciudadana desde una concepción abierta a otras organizaciones sociales que trabajen en beneficio de la ciudad. Por tanto, no podemos aceptar sino como una afrenta, la flagrante pérdida de derechos y facultades de las asociaciones vecinales en el nuevo reglamento de participación ciudadana que pretende aprobarse bajo la falsa apariencia de ser más completo. Decir, por último, que en un contexto de retrocesos sociales como el que vivimos, no puede seguir siendo una peculiaridad nuestra el sectarismo y la confrontación interna. Trabajar en colaboración con las demás asociaciones o formar parte de una entidad de ámbito superior no significa tener que renunciar a nuestras ideas, pero sí aceptar que la razón puede estar de la otra parte. El movimiento vecinal de Jaén no puede romperse en pedazos cada vez que se somete a un proceso de renovación de cargos o elección interna, no solo porque no es serio que esto suceda, sino que además pone en tela de juicio la catadura moral de unos dirigentes vecinales que parecen anteponer sus propios intereses a los que son comunes. Terminamos haciendo dos preguntas que deberíamos hacer por contestar. ¿A quién beneficia que el movimiento vecinal esté desunido?, ¿a quién pude interesar que el movimiento vecinal no esté dando batalla a los verdaderos problemas que afectan a la ciudad?
    (ASOCIACIÓN DE VECINOS PASSO)