CARMEN FERNÁNDEZ BALLESTEROS.- "La felicidad es acostarme con la conciencia tranquila"

JUANA PASTOR RAMA
Desde muy niña conozco a esta joven ingeniera que no sé si le gustan los retos, pero sí me consta que consigue cuanto se propone (no sin esfuerzo) con estudio y tesón. Han sido muchas las noches que la lámpara de su habitación se apagaba a altas horas, dándole, como cantaría Sabina, “la una, las dos y las tres”. Largas noches de insomnio, que no de soledad, porque siempre tuvo el calor y la compañía de Juan y Mari Carmen, sus padres, que viven por y para ella. No cría hierba la “vereíta” Jaén- Granada, Granada-Jaén, ciudad donde ha cursado su carrera, porque es una necesidad mutua, algo prioritario para Carmen, contar en todo momento con su familia. Es constante, metódica, exigente consigo misma y con un gran sentido de la responsabilidad.

    23 dic 2012 / 09:54 H.

    —¿Cómo desarrolla su infancia? ¿En qué colegios e institutos comenzó?
    —Los años de primaria los cursé en el colegio Nuestra Señora de la Capilla. Después de estos seis primeros años, empecé la Educación Secundaria incorporándome en el Instituto Virgen del Carmen. Recuerdo que fue un cambio al que no me costó adaptarme. De hecho, lo afronté con mucha ilusión. Fueron años de duro estudio, pero obtuve gran recompensa. Mi infancia fue una etapa que no pudo ser más feliz. Fui la única nieta de mis abuelos paternos y la primera de los maternos. Colmada de cariño y dulzura, pasé mis primeros años en brazos de unos y otros. Tanto mi madre como mi padre han sido y siguen siendo padres trabajadores. Aun así, siempre han estado presentes en mi vida, responsables de la educación y del bienestar del que gozo hoy día. De aquella etapa recuerdo cómo mi padre conseguía, después de mucho ímpetu y esfuerzo, hacerme las coletas para ir al cole, que me llevara al parque de La Victoria a ver y a darles de comer a los patos, la especial ilusión que me hacía que mi madre pudiera dejar su trabajo para venir a recogerme del cole y viajar muchísimo con ellos a todas partes.
    —¿Le costó tomar la decisión de estudiar Ingeniería de Caminos?
    —Me dediqué a hacer el Bachillerato sin pensar en lo que podía pasar cuando terminara la Selectividad. Nunca me había planteado la vida a tan largo plazo. Además, vivía tan a gusto con mis padres que no notaba la necesidad de tener que irme a ninguna parte. Una vez que obtuve los resultados, mi madre me animó a que me fuera de Jaén y, como siempre he confiado en que lo que ella decía era lo mejor, ni si quiera me planteé otra opción. Cuando examiné las posibilidades que tenía, Ingeniería de Caminos en Granada fue mi elección.
    —¿En los primeros años de universidad echó de menos su entorno?
    —El primer año fue algo complicado, noté muchas ausencias. Pero al poco tiempo empecé a conocer a gente maravillosa. Mis compañeras de Colegio Mayor hacían muy fácil el vivir en Granada. Caminos no es que fuera precisamente un camino de rosas, pero aprendí a adaptarme, a convivir con la idea de que era una carrera de fondo.
    —¿Qué le ha aportado su estancia estos años en la ciudad de la Alhambra?
    —Independencia, seguridad , valentía, constancia, coraje y madurez. Me ha enseñado a cambiar mi forma de entender las relaciones interpersonales, empatizar más con la gente, crecer como persona y conocerme mucho más a mí misma. Hay lugares de Granada que ya forman parte de mí, que cada vez que paso por ellos me hacen recordar vivencias que me acompañarán siempre.
    —¿Cómo ve el futuro laboral en la especialidad de su carrera?
    —He aprendido que con el pesimismo no se va a ninguna parte. Formarte en ámbitos aun desconocidos, tener lo que la mayoría no tiene para que se fijen en ti es la clave. Por otro lado, la opción de salir a trabajar fuera es mi ilusión desde que empecé la carrera.
    —¿Qué competencias principales tiene el ingeniero de caminos?
    —Facultades en el ámbito de la construcción, de los transportes, la energía, la ingeniería marítima y costera, el urbanismo, la ordenación del territorio y el medio ambiente. A mí, personalmente, el tema de la construcción es el que más me gusta y, dentro de él, el cálculo de todo tipo de estructuras.
    —¿La carrera es cuestión de esfuerzo?
    —Recientemente, recibí un correo en el que se decía que dentro de los estudiantes de caminos están: los que pasan 15 años sudando tinta china para sacarse la carrera, los genios que tardan los 5 años reglamentarios y luego la mayoría —en la que me encuentro yo— que tardamos por lo menos 6 años. Pienso que, aparte de la gran capacidad de esfuerzo y de autocontrol que se debe tener, hay muchos factores que influyen. Hay que ser autodidacta.
    —Hasta presentar el proyecto, ¿de cuántas asignaturas hablamos?
    —Son cinco años de carrera y, en este quinto curso, en el segundo cuatrimestre, puedes coger el proyecto fin de carrera. Sinceramente, en mi estancia en la facultad, a pocos héroes o heroínas me he encontrado que hayan hecho eso.
    —¿Dispone de mucho tiempo libre?
    —Ahora mismo ya estoy con muy pocas asignaturas, a las puertas de terminar la carrera, y me encuentro mucho más relajada que hace algunos años.
    —¿A qué dedica su tiempo ahora?
    —Gran parte del tiempo me lo dedico a mí misma. Me gusta salir a correr, dormir mucho, comer bien y viajar. También me gusta compartir este tiempo con la gente a la que quiero, tomando una copa de vino o disfrutando de una buena noche granadina en la mejor compañía.
    —Descríbame una jornada diaria de su vida, sin universidad ni en fechas próximas a los exámenes.
    —Lo de sin universidad es bastante complicado. Todos los días son distintos. Me levanto y tomo algo de chocolate para activarme, porque con el café no puedo. Miro mi agenda y localizo las horas de clase o de prácticas que tengo, y en función de eso, me organizo el día. Me gusta estudiar fuera de casa y terminar el día compartiendo risas en algún bar de Granada.
    —¿Qué es para usted la felicidad?
    —Para mí la felicidad es poder acostarme cada día con la conciencia tranquila. Tener la suerte de poder estar donde quiero y cuando quiero, en el sitio indicado, con la persona idónea. Tener la gran suerte de disfrutar de la independencia que me ha dado la vida, la tranquilidad y el respeto que he logrado ejercer hacia mí misma.
    —En los momentos difíciles de todo estudiante, ¿en quién se refugia?
    —En mi madre. Siempre tiene la palabra perfecta para darme alivio. Muchas veces me bloqueo y solo ella sabe desbloquearme. Sus gestos, su forma de mirarme, sus caricias y su razonamiento. La mujer perfecta en un mundo imperfecto, esa es mi madre.
    —¿Qué es para usted la familia?
    —Para mí la familia está formada por toda la gente que te quiere bien y te lo demuestra en el día a día. La familia es aquella con quien puedes ser tú mismo, donde encuentras ayuda incondicional y reclaman tu opinión sincera en cualquier aspecto. La unidad familiar de mi casa está formada por mis padres y por mí, pero, gracias a Dios, gozo de una familia mucho más amplia a lo largo de este país, y de Chile.