CARMEN BALLESTEROS LÓPEZ. "Para ayudar lo mejor es escuchar y dar cariño"
JUANA PASTOR
El principal motor de su vida es su familia, su hija Carmen, estudiante de ingeniería en Granada, y su marido, Juan Fernández. A ellos dedica todo el tiempo —después de cumplir su horario de trabajo fuera de casa— procurando mantener en todo momento la mejor armonía en su vida de familia, de la que también forman parte sus padres, José y Dionisia, y sus hermanos, Chari, Nani y Pepe. Es la mayor de los cuatro y a ellos debe saber valorar lo importante que es desarrollarse y vivir los años de infancia en un entorno familiar del que se siente orgullosa.

El principal motor de su vida es su familia, su hija Carmen, estudiante de ingeniería en Granada, y su marido, Juan Fernández. A ellos dedica todo el tiempo —después de cumplir su horario de trabajo fuera de casa— procurando mantener en todo momento la mejor armonía en su vida de familia, de la que también forman parte sus padres, José y Dionisia, y sus hermanos, Chari, Nani y Pepe. Es la mayor de los cuatro y a ellos debe saber valorar lo importante que es desarrollarse y vivir los años de infancia en un entorno familiar del que se siente orgullosa.
—¿Cómo recuerda esta etapa?
—Retrocediendo en el tiempo y evocando aquellos años, mi infancia la recuerdo maravillosa junto a mi familia. En casa vivíamos tres generaciones distintas y, además, estaban también los amigos, de todos y cado uno guardo recuerdos imborrables que son parte viva de mi vida. La calle era nuestro lugar de encuentro y los juegos, en la antigua calle de los Carneros donde nací, son innumerables. Fue para mí, como dice la canción, un tiempo tan feliz que nunca olvidaré.
—De esos años de su infancia, ¿qué otros recuerdos destacaría?
—Creo que lo que todos los niños, las vivencias de compañeros de colegio y mis primeros estudios, siendo aún muy pequeña, en el Colegio de Las Bernardas. Tras hacer cuarto de EGB, el colegio cerró sus puertas a la enseñanza y quedó solo como convento de clausura. Por este motivo, continué en el colegio “Padre Poveda” de las Teresianas hasta completar la EGB. Más tarde, pasé al instituto Santa Catalina donde cursé BUP. Una vez finalizado este nivel, me preparé oposiciones a banca.
—¿Le costó mucho tiempo conseguir plaza?
—Estudié duro durante un año y dio la casualidad que, mientras me preparaba, se convocaron a la vez oposiciones a banca y las de auxiliares administrativos de instituciones sanitarias. Me presenté a las dos, con la agradable sorpresa de aprobar en ambos sitios; había que elegir y decidí quedarme con las de auxiliar administrativo en instituciones sanitarias.
—¿Cuándo comenzó a trabajar en el Hospital de Jaén?
—Empecé primero en el Hospital de Linares, el 16 de enero de 1980, con toda la ilusión del mundo y allí estuve hasta noviembre de 1985. Este tiempo será inolvidable para mí, ya que conocí a cantidad de amigos y compañeros. Trabajábamos y convivíamos a la vez; éramos todos muy jóvenes y en esos trayectos de ida y vuelta se estrecharon aún más nuestros lazos de amistad, que con muchos de ellos se mantienen. Por supuesto, fue una primera etapa de trabajo muy bonita.
—¿Desde cuándo trabaja en Jaén?
—En ese periodo de tiempo de trabajo en Linares, contraje matrimonio y muy pronto quedé embarazada. Entonces se produjo mi traslado a Jaén, a finales de 1985, hasta hoy, que sigo trabajando en el Médico-Quirúrgico como administrativo.
—De no ser administrativo, ¿qué otra profesión o carrera hubiera elegido?
—Siempre fue mi sueño desempeñar este trabajo. Disfrutaba con ir a clases de máquina de escribir y taquigrafía. Sí que es cierto que quizá también me hubiera gustado ser empleada de banca.
—¿En qué consiste su trabajo?
—Mi labor actual la realizo en el Servicio de Microbiología. Consiste en el registro a diario de los pacientes y pruebas que se solicitan a nuestro servicio, así como los resultados de dichas pruebas.
—¿Hablamos de una labor individual?
—Nuestro servicio es en sí un trabajo de equipo formado por facultativos, técnicos, enfermeros y administrativos. En la mayoría de los casos con bastante armonía.
—¿Pone rostro a cada historia que llega a sus manos?
—Durante algunos años, trabajé en otros servicios, donde sí que se identificaba al paciente con la enfermedad. Esto es difícil de llevar. Hay que ser fuerte y dar lo mejor de nosotros mismos, haciendo o procurando que los problemas les sean más llevaderos a los enfermos. De todas formas, pasados años, creo que es aconsejable cambiar de destino.
—¿Cree importante el trato humano en su trabajo?
—En cualquier trabajo debe serlo y respetar la máxima de nunca pasar por encima de las personas. En nuestro caso, trabajando en un hospital, es el primer mandamiento “con mayúsculas”.Lo considero un reto diario. Nada compensa tanto como la satisfacción del deber cumplido.
—¿Cuáles son las principales dificultades que encuentra a diario en su jornada?
—Mi vida personal ha sufrido altos y bajos a causa de mi profesión. En el momento actual soy moderadamente optimista; pero consciente de que se puede y debe mejorar.
—¿Vale más una sonrisa que un mal gesto?
—Eso siempre. Es importante trabajar en positivo y procurar que los demás reciban nuestra buena disposición, aunque en alguna ocasión no lo consigamos.
—¿Es consciente de lo mucho que puede dar ayudando a quienes por enfermedad pasan por el centro hospitalario?
—Creo que consciente sí que lo soy, además, no hace falta mucho para conseguir ayudar. En las situaciones de enfermedad lo mejor es escuchar y dar mucho cariño. Si actúas así, la compensación se produce al momento viendo el gesto de agradecimiento por parte de pacientes y familiares; aunque lo importante siempre es dar sin esperar nada a cambio.
—¿Cómo vive el día a día? ¿Es fácil desligarse de los problemas que encuentra en su trabajo con la vida familiar?
—En el día a día, lo fundamental para mí es encontrarme conmigo misma, soy emotiva e impulsiva. Defiendo mis opiniones. Intento crear armonía entre mis compañeros; pero, sobre todo, mi meta sigue siendo ser feliz, dentro y fuera de mi trabajo. En ello estoy. Y creo que puede conseguirse preparando un cóctel con algunos de estos ingredientes: un poco de comprensión, generosidad, buena voluntad, una sonrisa y, sobre todo, querer conseguir nuestros objetivos.
—A corto plazo, ¿se ha marcado alguno?
—Cuando se trabaja fuera de casa no es fácil compaginar las dos tareas. Así que me volcaré en seguir haciéndolo, pero con la decisión de dedicarnos más tiempo libre. Ese es hoy mi objetivo más próximo.
—¿Qué le pide a la vida?
—Creo haber trabajado y luchado para labrarme mi futuro y situarme en la vida y esto ya es más que suficiente. A la vida, más que pedirle, le estoy tremendamente agradecida. Ha sido muy generosa conmigo.