Cáritas ayuda con un piso “de urgencia” a una familia

A Catalina Piqueras se le escapan algunas risas de alegría. No es para menos. Esta vecina de 52 años del barrio de la Merced podrá dormir tranquila en cuanto abandone, en la brevedad, su casa, muy mermada desde hace años, y se asiente en un inmueble firme. Cáritas le proporcionará un techo seguro —en el sentido más literal— hasta que la Junta le dé una vivienda de protección oficial que solicita desde 2004. “Estoy agradecida a Cáritas por su ayuda”, asegura Piqueras, que, a día de hoy, aún reside con su hijo, de 12 años, en el 16 de la calle Bazo.

26 oct 2014 / 10:17 H.


La reunión decisiva para que la vecina de la Merced y su vástago ya estén a la espera de un hogar “de tránsito” se dio el pasado miércoles. Cáritas, tal y como hiciera a comienzos del pasado verano, le explicó a la afectada que no podía asumir la reparación de la vivienda. El escollo no era el capital, unos 9.000 euros; el verdadero obstáculo era la titularidad del inmueble, que pertenece todavía a familiares de la expareja de Piqueras, pese a que esta vive en la casa desde hace prácticamente una década. La solución intermedia que sí está al alcance de la organización católica es ayudar a la familia para que viva “durante unos meses” en otro piso. “Es una colaboración excepcional basada en el riesgo y el carácter de urgencia de la situación”, explican desde Cáritas. La única preocupación que tiene la jiennense es qué pasará cuando acabe el periodo de tiempo por el que Cáritas se ha comprometido a respaldarla. No obstante, desde la organización católica aseguran que ampararán a Piqueras hasta que por fin reciba su vivienda de protección oficial. “Estoy en la lista. Espero que me den una casa. La necesito”, dice la afectada, algo más tranquila tras la importante ayuda de Cáritas.
dificultades. El techo de la casa de Catalina Piqueras acumula un deterioro progresivo —basta con ver la imagen que ilustra esta noticia—. Hay agujeros importantes por los que se filtra el agua. Así lo comprobaron la mujer y su hijo después de las últimas precipitaciones —durante el comienzo de la feria de San Lucas— en la capital. “Tuve que poner cubetas en el piso bajo. Es un problema enorme cada vez que llueve. Nosotros hacemos vida en el salón. Arriba apenas subimos”, matiza.
Lo que único que le queda a la familia es paciencia. Piqueras recibe una ayuda inferior a 400 euros por una discapacidad.