Café solo y ducados
Adolfo, dicen que Dios nos libre del Día de las alabanzas. Pero en ti han sido tan grandes tus obras que las alabanzas han ido parejas fueron parejas con los insultos de aquellas gentes que ni comprendieron ni han asimilado lo que hiciste por este país llamado España. No, no puedo ni quiero relatar alabanzas. Afortunadamente esa enfermedad que te ha mantenido alejado de la realidad de lo que ha pasado y pasa en este país, no se me olvida lo mal que les caía que llamáramos país a la patria. Esa enfermedad te ha evitado un sufrimiento tan tremendo que solo quien te conociera lo puede comprender. Figúrate, Adolfo, que ya vamos recorriendo algunos caminos y costumbres contra las que tanto luchaste y aquella libertad, por la que no te pesó y afrontaste hablar y llegar a acuerdos con gentes tan “mal vistas” como Carrillo, los que éramos adultos ya vemos como se van endureciendo y no me duele afirmar que aquella Libertad, sin ira, se ve oscurecida por otros estilos.
Adolfo, Me duelen muchas cosas y me duele como les ha venido bien tapar lo que se hizo bajo tu dirección en aquella Transición. No convenía que el pueblo conociera lo que fue tu Tarea para terminar con las dos Españas, esas que no dialogan ni saben lo que es el consenso, esas que recurren dos palabras si y otra también a una idiotez como “la herencia recibida”. Adolfo, ¿Hablamos nosotros de la herencia recibida? No, Adolfo, no merece la pena entrar en detalles. Tan solo que con un tal Carrillo y un tal Gutiérrez Mellado y unos muchos pocos que nos enamoró tu proyecto, lograste lo que nunca de había logrado en España. Todos los días te veo, estás en el salón. Y también recuerdo aquél “síndrome de la Moncloa” sobre el que intentamos ayudarte en esta Jaén. Ahora comenzarán las alabanzas y el lucimiento de los alabantes y yo, como siempre y a fuer de sincero, te digo que aquella noche en Mallorca rompí una fidelidad que te debía, aunque en aquél partido hubo libertad. Hiciste bien con no escribir memorias. Tan solo pediría que por una vez en la vida la Historia de España recogiera la verdad de aquél tiempo. Tu café solo y los ducados.
Adolfo, Me duelen muchas cosas y me duele como les ha venido bien tapar lo que se hizo bajo tu dirección en aquella Transición. No convenía que el pueblo conociera lo que fue tu Tarea para terminar con las dos Españas, esas que no dialogan ni saben lo que es el consenso, esas que recurren dos palabras si y otra también a una idiotez como “la herencia recibida”. Adolfo, ¿Hablamos nosotros de la herencia recibida? No, Adolfo, no merece la pena entrar en detalles. Tan solo que con un tal Carrillo y un tal Gutiérrez Mellado y unos muchos pocos que nos enamoró tu proyecto, lograste lo que nunca de había logrado en España. Todos los días te veo, estás en el salón. Y también recuerdo aquél “síndrome de la Moncloa” sobre el que intentamos ayudarte en esta Jaén. Ahora comenzarán las alabanzas y el lucimiento de los alabantes y yo, como siempre y a fuer de sincero, te digo que aquella noche en Mallorca rompí una fidelidad que te debía, aunque en aquél partido hubo libertad. Hiciste bien con no escribir memorias. Tan solo pediría que por una vez en la vida la Historia de España recogiera la verdad de aquél tiempo. Tu café solo y los ducados.