Cabreros en peligro de extinción

Silvia Ruiz Díaz /Jaén
Pasan gran parte de los 365 días que tiene el año en la sierra. Observan, una y otra vez, los animales que les 'dan de comer' y recuerdan, a menudo, que pasaron parte de su infancia en la sierra, al igual que lo hicieron anteriores generaciones.

    11 ene 2011 / 16:17 H.

     Sin embargo, les llena de nostalgia comprobar que no hay relevo. Sus hijos o sus nietos ya no quieren ser cabreros y consideran que, al igual que numerosas razas, ellos también están “en peligro de extinción”. En parte, porque ya “no merece la pena”. Así lo considera Pedro Martínez, uno de los ganaderos del sector caprino más conocidos de Santiago de la Espada. Pasa las horas en la sierra, a veces, casi “atrapado” entre la nieve y sólo tiene la esperanza de que el sector cambie su tendencia. “Me levanto todos los días a las siete de la mañana, veo los animales, los cuido y almuerzo. Sigo así hasta las cinco y media o las seis de la tarde. Las diez horas diarias no hay quien te las quite”, explica. “Contemplo cómo pastan, y las llamo. Cuando llega la paridera —durante los meses de abril y mayo— el trabajo todavía es mayor”, continúa Martínez.
    La labor de los cabreros no entiende de celebraciones de ningún tipo, al igual que el mercado caprino no entiende, al menos en la actualidad, de rentabilidad para el productor. “Aquí ocurre lo mismo que con el aceite, que los precios están por los suelos. Los cabritos, por ejemplo, se han vendido muy mal. Aquí se ha pagado a cuarenta euros”, señala el ganadero, especializado en cabras blancas andaluzas, muy típicas en la serranía jiennense. Precisamente, esta situación puede haber causado la falta de interés por continuar la labor y, de hecho, según un informe de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, la provincia jiennense pasó de tener un censo de 97.834 cabras en el año 1998 a contar con 25.763 en 2008, es decir, que en tan sólo una década se ha contabilizado un descenso de 71.071 cabezas. “Ahora mismo tengo 300 cabras. He llegado a contar, además, un rebaño de ovejas para ordeño, pero no se ganaba y comenzó la crisis. Como tenía el terreno, pensé que no debía quitar todo el ganado y dejé las cabras en los pastos”, asevera el vecino de Santiago de la Espada.
    Pero no sólo el precio de la carne ha caído de forma desorbitada en los últimos años según los expertos —en Andalucía se pasó de 2.256,5 a 1.657 toneladas, en peso en canal, de 2007 a 2008 según los últimos datos de la Administración autonómica—. Si se observan los datos de la leche de cabra, utilizada para queso, cuajada y productos fermentados especialmente, la bajada también es continua. Así, en 2009 se pagaba a 7,42 euros por hectogrado y, un año después, se cotizaba a 6,62. Las bajadas se encuentran en las últimas temporadas, fundamentalmente, en los meses de marzo a mayo, o dicho de otro modo, cuando los chivos comienzan a ver la luz. El bajo precio de la leche, de hecho, llevó a un centenar de ganaderos de toda Andalucía, convocados por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) a concentrarse ante las puertas de la fábrica García Baquero de Alcalá la Real para denunciar el ínfimo dinero que reciben a pesar de que, como comentaron, no se corresponde luego, con lo que cuesta el producto al consumidor. La indignación les llevó, incluso, a quemar ruedas de tractor ante la empresa. Y es que, según argumentaron hace ya un par de meses, en España la leche se paga a 30 céntimos de euro frente a los 72 que se perciben, por ejemplo, en Francia. En cuanto al gasto medio, ronda cada día los 70 céntimos por cabeza.
    INICIATIVAS. Por otro lado, el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino indicó, el año pasado, el denominado “Plan de Acción para la Leche de Cabra” que otros los problemas del sector, además de la caída de los precios, es la atomización de la oferta, el bajo nivel de formación, la existencia de una industria no especializada y la falta de datos específicos sobre producciones, precios, comercio exterior o consumo, lo que dificulta la adecuada toma de decisiones. Por este motivo, confirma que es preciso acometer una serie de iniciativas para mejorar la competitividad y equilibrar el mercado, con el objetivo de lograr que los cabreros tengan un futuro más estable.
    Por su parte, el responsable del sector de la ganadería de COAG-Jaén, Miguel Bermúdez, comentó algunos de los baches por los que atraviesan cada día los cabreros. “El sector caprino ya es minoritario en Jaén. El precio de la carne no acaba de repuntar y el de la leche es bajo. Llevamos así varios años, pero la situación fue especialmente mala durante 2010”, afirmó. “La ganadería lo está pasando fatal, tanto el caprino como el ovino y el vacuno, y no se encuentra la solución”, dijo. “Ahora mismo, el litro de leche no cubre la rentabilidad necesaria para el productor. Sin embargo, vas a algún establecimiento o a algún mercado y ves que el precio está alto o, al menos, es el normal. En origen, en cambio, se pierde mucho”, aseguró.
    El pesimismo se ha instalado en los cabreros y, a pesar de la lucha constante, de los litros que se tiran en las carreteras en señal de protesta o de las pancartas que alzan para reivindicar unos precios justos, no se pone fin al desequilibrio que existe en el mercado ganadero. “Los márgenes comerciales cambian mucho y el productor es siempre el que menos gana. Una de las soluciones sería, por ejemplo, establecer unos precios justos, porque no toda la vida pueden estar dependiendo de la subvención que reciben y que nadie sabe cuándo se va a terminar”, explicó Bermúdez. Mientras tanto, la mayor parte de los cabreros, que se concentran en Sierra Mágina y Sierra Morena, esperan a que su ganado sea, de una vez por todas, valorado.