Busca a su familia biológica tras saber que tiene una doble identidad

María José Ortega/Jaén
Lo compraron. Después de 48 años este jiennense descubre que sus padres pagaron por él una 'cuantiosa cantidad'. Ahora, con dos partidas de nacimiento en las manos, solo sabe que no se llama Julio Ramón, sino Juan Carlos.

    10 oct 2011 / 10:18 H.

    Se ha hecho la prueba de ADN en busca de una madre que no conoce. Lo persigue la duda de ser un “niño robado”.
    Finales de mayo de este año. Julio Ramón Fernández, un vecino de Granada, se barruntaba que era un niño adoptado. No tenía pruebas, solo vagas conjeturas y la certeza de que su hermana sí lo era. Con la simple intención de aclarar sus sospechas, se dirigió al Registro Civil de Jaén. Todo normal, excepto dos detalles: estaba inscrito fuera de plazo y su lugar de nacimiento era el Hogar Infantil de La Victoria. El “ovillo” de supuestas falsedades estaba a punto de desenredarse.
    Este fue el principio del fin. El comienzo de la búsqueda de su verdadera identidad, de sus orígenes y el final de un brumoso pasado que empezó a clarear cuarenta y ocho años después. “Con mi partida de nacimiento, con el nombre de Julio Ramón Fernández de la Cruz, me fui al archivo de la Diputación Provincial, pero no constaba documento alguno con este nombre. Sin embargo, al facilitar los de mis padres me dijeron que yo no era Julio Ramón, sino Juan Carlos Muñoz y Herrera”, afirma. “Entonces se me cayeron la Catedral y el Castillo juntos”, ironiza. Toda su vida se desmoronó en un instante al descubrir una doble identidad. Dos partidas distintas, dos fechas de nacimiento y dos certificados de bautismo: una en la que, según los documentos aportados, fue bautizado por un capellán de nombre Matías Gualda y otra, al parecer falsificada, que se hizo “a posteriori” en la iglesia de Santa Isabel.
    investigación. Según el testimonio de Julio Ramón Fernández y los documentos aportados por la Diputación y el Archivo Histórico Provincial, sus padres adoptivos —Ramón Fernández y Ángeles de la Cruz— solicitaron la adopción para poder sacarlo del mencionado hogar infantil. No obstante, como en el régimen franquista no se permitía el prohijamiento a parejas con menos de cinco años de matrimonio, se lo llevaron en calidad de acogida. Vencido el tiempo requerido, la adopción no se legalizó y lo que aparece en los escritos es la inscripción de un nuevo bebé, un hijo legítimo que no es tal. Juan Carlos pasó a llamarse Julio Ramón Fernández, por entonces ya tenía casi diez meses. “Mi padre me confesó que una monja le mandó al sitio indicado. Cogieron el niño que más le gustó y me compraron por una gran suma de dinero. Un hombre —cuyas iniciales son A. S. V.— fue quien supuestamente se encargó de toda la documentación falsa; las nuevas partidas de nacimiento y de bautismo de Santa Isabel, además de presentar dos testigos ante un juzgado para verificar un nacimiento que no existió”, explica. “Cogieron un bebé a la carta. Incluso, mi madre adoptiva fingió un embarazo y me hicieron pasar por hijo legítimo para que nadie de mi familia biológica me encontrara; por eso tengo la sospecha de que fui robado”, argumenta. Aunque la única certeza hasta ahora es que se trata de un caso de falsedad documental. Su historia no es única y hay decenas en toda España. Son vidas de origen incierto.