21 feb 2013 / 15:51 H.
Desde Ortigueira Roberto Blanco. Hace poco, un amigo que trabaja en el servicio de limpieza de un colegio me contó que es frecuente encontrar trozos de bocadillo en las papeleras de la zona de recreo. Y no un trozo, ni dos, sino varios. ¿Cuál es el motivo de esto? Según me explicó, esos trozos de bocadillo son de los alumnos del propio centro educativo y los tiran a la papelera cuando ya no tienen más hambre o cuando “necesitan” tener las manos libres para jugar a fútbol o a baloncesto, que es lo que suelen hacer durante el tiempo de recreo. ¡Y pensar que hay muchas personas que, por culpa de la crisis, han de acudir a comedores sociales para comer! Tal vez estos muchachos no se den cuenta, porque a los diez o doce años la visión que se tiene del mundo se reduce a la familia, el colegio, las actividades extraescolares y un puñado de amigos. Sin embargo, para eso están los padres y los profesores, para educar. Quizás con un poco de diálogo se podría encontrar una solución satisfactoria para ambas partes. ¿Qué tal, por ejemplo, bocadillos más pequeños, que se tarda menos tiempo en comerlos totalmente? Así, los padres estarían tranquilos porque los hijos no se mueren de hambre sin comer nada desde las nueve de la mañana hasta la hora del mediodía. Y los chavales estarían contentos porque acabarían antes la merienda y dispondrían de más tiempo para jugar. La cuestión es que siempre, pero en estos tiempos de crisis aún más, hay que evitar que la comida que está en buen estado acabe en la papelera. Mucha gente lo agradecerá.