De hormigas y cigarras

Arranca este blog con la llama reivindicativa de los trabajadores de Holcim contra el cierre de medio siglo de presencia de la factoría en Torredonjimeno. El 11 de noviembre certificaron desde Suiza su defunción con la idea de dejar atrás su historia y la de 120 familias ligadas a esta planta. Pero, pese a este aciago noviembre, el ritmo de producción no cesa y los camiones salen de la fábrica como metáfora de un futuro que se escapa. El cierre está presente y es una losa que todo lo enturbia, pero, incluso en estas condiciones, la multinacional suiza produce en esta sede “poco eficiente y nada rentable”.

    30 nov 2008 / 23:56 H.

    Gran ejemplo el de estos “holcineros” que defienden sus intereses desde la trinchera del tajo y en la calle. Una presión necesaria para mantener el pulso negociador de la Junta y poder tocarle la cuenta de resultados a la cementera. La discriminación empresarial, en este aspecto, debería ser carta de ley para contrarrestar la voracidad de una empresa que todavía no ha dejado de ganar dinero en Torredonjimeno. Mientras la fiesta de la construcción multiplicaba los márgenes no repararon en lo obsoleta que se había quedado la fábrica. Pero el día después, con los efectos de la resaca económica, el juicio se nubla y las promesas de ampliación se escapan por unas chimeneas que han tragado demasiado. La construcción de un futuro sostenible, que reza la publicidad de empresa, es hoy, que amanece diciembre, una postal sucia e interesada de una multinacional que ha utilizado a todo un pueblo. A nadie se le escapa la huella que deja Holcim por tierra y aire después de cincuenta y cuatro años de producción.

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    La dignidad no es temporal ni se finiquita y como decía “el Santa” de Bardem, en “Los lunes al sol”, nadie elige ser hormiga especuladora o cigarra. Porque si naces cigarra estás jodido.