Primera parada
La primera parada de este viaje sin destino empieza en una tarde de sol invernal de un Jaén acostumbrado a la soledad en tiempos festivos. Subo a la blogosfera con el deseo de mostrar al lector cómo ve Jaén una periodista distanciada de la profesión por una baja maternal que está a punto de expirar. Y lo hago a través de una bitácora titulada El tranvía, en referencia a un resucitado medio de transporte que está de moda en las pequeñas y grandes ciudades de Europa y del que Jaén tampoco quiere escapar. Desde ese tranvía virtual me presento como una redactora curtida en este periódico que renueva la ilusión por mantener el contacto con sus lectores y, ahora más que nunca, a través de esta libreta digital, con derecho a opinar sobre todo lo que acontece o al menos sobre aquello que mi mirada pueda alcanzar. Me uno al entramado de “blogs” que circulan por la red con el deseo de participar y hacerles partícipes en un espacio más de información y opinión de las disidencias políticas, económicas y sociales. Siempre es un privilegio contar con un lugar factible para la libre expresión desde el que dar rienda suelta a las ideas y, fundamentalmente, compartirlas con todos.

En esta primera parada, permítanme que les diga que mi maternidad, además de sumirme en un mar de felicidad, me ha permitido divisar la ciudad con una mirada más relajada y próxima al ojo crítico del jiennense. Ahora percibo los problemas de la calle con la transparencia y la claridad que da el anonimato y, en este sentido, hay dos detalles escandalosos que me llaman la atención: uno, que la gente opina que aquí todo sigue igual y, dos, que en los hogares las dificultades económicas se acrecientan.
En primer lugar, los ciudadanos ven Jaén estancada, con los cambios prometidos sin ejecutar y, sin embargo, con la esperanza puesta en que algún día llegará la revolución escrita en los planes políticos que pretendían activar la capital y la provincia. La opinión de la calle es que los barrios siguen sucios, que el tráfico es insoportable, que el transporte público no funciona y que faltan lugares físicos de esparcimiento fuera del bulevar y actividades de todo tipo para los días en los que hay tiempo para la diversión. ¿Y el tranvía? A los ciudadanos que no apoyaron la corriente política que gobierna en el Ayuntamiento se les llena la boca de decir que no era más que una promesa para atraer al votante y que, hoy por hoy, se ha esfumado como el humo de un cigarro. Lo cierto es que, hoy por hoy, el único tranvía que existe es el nombre de esta bitácora en honor a lo que algún día ¿llegará? para modernizar las calles y agilizar el transporte público de la capital.
La segunda preocupación que se percibe en la calle no es otra que la crisis que comienza a acomodarse en los hogares de los jiennenses. Algunos tienen el privilegio de poder esquivarla, pero otros no han tenido más remedio que adoptarla en espera de mejores tiempos. Grandes empresas copan los titulares de los medios de comunicación porque corren el peligro de echar el cierre, pero lo cierto es que hay más de uno y de dos minúsculos negocios que han tenido que poner a sus empleados de patitas en la calle por falta de ventas, la mayoría derivados de la construcción. No aparecen en periódicos, ni en radio, ni en televisión. Sin embargo, detrás de cada uno hay familias enteras que se enfrentan a la necesidad de comenzar una vida nueva desde las listas del desempleo. Esa es la realidad, aunque, existe otra, contradictoria, que es la que se ve en las calles jiennenses cada tarde. Los comercios del centro, la mayoría “franquiciados”, están llenos a rebosar. En Jaén no hay crisis cuando se trata de ir bien vestido. Gente de todas las edades se afana en el consumismo de una manera poderosa y, aunque los comerciantes digan lo contrario, lo que se ve es eso, compras y más compras.
Sirva esta primera parada de un tranvía que no dejará de circular a modo de presentación y de breve reflexión sobre lo que ocurre fuera, en la calle, donde los jiennenses caminan cada día…