Blog Palabra perdida.- Mariano al final del túnel
Anda ensimismado Rajoy, abstraído, pensativo con la mirada concentrada en la luz al final del túnel. El presidente trata de convencernos de que está ahí. No la percibimos, no nos deslumbra ni calienta nuestra realidad diaria, pero el haz de la recuperación económica es un hecho.

Recuerda a los monjes ascetas que trabajan con conceptos que los demás ni intuimos. Amparado en los datos, nos reconforta y agradece los sufrimientos padecidos, pero a renglón seguido nos avisa de que habrá que volver a flagelarse. Es el camino. El marianismo es así, hay que sacrificarse, olvidarse de los problemas terrenales y entregarse a un bien mayor. Tanto es así que él lo lleva a la práctica hasta sus últimas consecuencias. A rajatabla. Está tan centrado en sus cábalas que sostiene, sin que le tiemble la voz, que no es necesaria una remodelación de su Ejecutivo. Entre los alumnos aventajados de ritos de distracción (el paisano Montoro y Wert en la selva) y Fátima Báñez centrada en aumentar su récord de burbujas, el panorama es desolador. Solo De Guindos, Margallo y Arias Cañete aportan templanza a un Gobierno de bodegón. Hasta tal punto está encerrado en su túnel y su luz que ni tan siquiera percibió que la caja B de su partido era un manantial que nutría las acaudaladas cuentas suizas de su tesorero Bárcenas. Las demandas judiciales tan aireadas por la manchega de hierro contra los medios que publicaron tan suculentos papeles se retiran ahora, sin alharacas, a sabiendas de lo que demostrará el final del proceso. Pero alejado del mundanal ruido, Mariano Rajoy, en el ecuador de su legislatura y apoyado en su indiscutible mayoría absoluta, gobierna a golpe de decreto sin capacidad para consensuar ni una sola medida con grupo político alguno. Siendo cierto que le ha tocado pilotar la nave cuando esta hace aguas, no es menos verdad que en el trayecto hacia la luz traspasó sus propias líneas rojas. Es lo que tiene pactar con el diablo, aunque este cambie de forma.
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