Blog Palabra perdida.- Del aval de Susana a la cartera de Elena
Nuevo tiempo. Arranca una presidencia que pretende cerrar el pasado para tener futuro. Caras nuevas y seminuevas. Parcial renovación, que no revolución. Al frente una joven Susana Díaz cargada de buenas intenciones y de una hipoteca con letras a plazos. El padre político dejó la herencia para lo bueno y para lo malo. Lástima que un presidente tan capacitado haya dejado tan poco legado. Díaz tiene ante sí la tarea ingente de gobernar y hacerlo con un ojo en los juzgados. La toma de posesión y la imputación de Chaves y Griñán fueron un aviso. Tras unas primarias de artificio, tiene el aval de los socialistas y ahora le toca conquistar a sus votantes y para eso tendrá que podar mucho su vocabulario político. Eso de llegar al votante es más difícil, algunos, de hecho, se fueron vírgenes en este aspecto.

Poder de partido. Su buen hacer en la estructura socialista es incontestable, su capacidad orgánica para apaciguar el ánimo de las familias provinciales también. Tiene temple y mando en plaza y eso se lo ha ganado ella. Está criada, moldeada y avalada por el partido y ese es su principal bagaje. Esta virtud encierra, no obstante, una rémora: su argumentario es netamente político, en el peor sentido, no se sale de un guion manoseado y de lo mal llamado políticamente correcto. Para ganarse a la calle tendrá que abandonar lugares comunes y expresiones huecas. En su discurso de investidura sí hubo algunas pinceladas directas, pero en sus entrevistas es necesario coger un machete para eliminar lo superfluo y llegar a lo importante. Diremos que es un mal común, pero no es consuelo no encontrar tajada en el plato de lentejas. Entre el irrisorio “relaxing cup of café con leche” y la nada tiene que haber tierra fértil donde conectar con el ciudadano que, no obstante, prefiere hechos a cantos.
Elena dijo sí. La nueva consejera de Agricultura toma una cartera que desde hace tiempo era un clásico en las quinielas políticas jiennenses. Cábalas en las que siempre aparecía otro alcalaíno, Felipe López. A Elena Víboras la avalan su preparación, su trayectoria municipal ganadora y, sobre todo, un pronto campechano que le hacía ganar en la calle y que ahora intentará trasladar al campo. Tacones y botas para no perder el norte en el sur.