Sentado y a la espera
La generalizada sensación es que el cuerpo le pide convertirse en atleta para alcanzar la mayor velocidad posible cuando llegue el momento de salir corriendo del Ayuntamiento. Lo que ocurre es que hay decisiones que dependen más de la cabeza que del corazón. José Enrique Fernández de Moya vive en un sinvivir en una “casa” en la que ya no queda ni un céntimo por las esquinas y en una ciudad en la que avanzar parece misión imposible.

A menos de un año para las elecciones municipales, es consciente de que todos están pendientes de una decisión para la que habrá que esperar sentados.
La consigna dictada desde Andalucía agranda la agonía del alcalde de Jaén. Su “jefe”, Juan Manuel Moreno Bonilla, pide calma a los dirigentes de las capitales andaluzas. Son demasiados asaltos en tan poco tiempo. La verdad es que fue llegar y pegar. La cita con las urnas se convirtió en una oportunidad después de una carrera sucesoria repleta de polémicas internas y externas y de movimientos incomprensibles. No es de extrañar que se tomara las europeas como un trampolín para darse a conocer y que, a la postre, el “batacazo” en las urnas fuese directamente a su cuenta de resultados. Ahora necesita marcar sus tiempos y que nadie le dirija su agenda.
En medio de un escenario tan enrevesado se encuentra José Enrique Fernández de Moya, un hombre de partido que siempre tiró más para lo orgánico que para la gestión y que aceptó el mandamiento de liderar una candidatura, hace tres años, para recuperar la mayoría absoluta perdida en el Ayuntamiento de Jaén. Eran otros tiempos. Había crisis, pero solo era el comienzo. Quizá desconocía las dimensiones de dirigir una ciudad sin dinero y con administraciones de diferente signo político a su vera. Consiguió el propósito de llevar al Partido Popular hasta el bastón de mando con unos resultados históricos con los que pilló carrerilla. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no todo el monte es orégano y que, llegados a ese punto de dificultades económicas, el Ayuntamiento ya no es la perita en dulce que era. El “problema” es que las encuestas apuntan a otra mayoría absoluta en 2015 y, ahora, ya no hay tantos novios en el cortejo.
Si los hay será por imposición “legal” de partido y, en esa otra carrera sucesoria, sigue el mismo que estaba llamado a sustituir al alcalde cuando a punto estuvo de irse a Sevilla como secretario andaluz de los populares. El concejal de Urbanismo, Francisco Javier Márquez, sigue más que nadie en la tensa espera de una decisión trascendental para su futuro político. Dicen que en similar situación se encuentra el edil de Hacienda, Miguel Contreras, aunque da la impresión de que el camino va más por el primero que por el segundo, a pesar de que ambos jueguen al despiste.
Las cábalas se esfumarán en torno al mes de septiembre. El partido y la familia de José Enrique Fernández de Moya tienen todo el verano por delante para pensar algo tan importante como la continuidad o el “hasta aquí hemos llegado” del actual alcalde. Lo único que sí se conoce a ciencia cierta es que agotará mandato como senador y que, por lo tanto, no habrá que buscar un sueldo más entre las maltrechas arcas municipales. La decisión de su compañero de filas en Málaga no será extensiva al resto. Habrá que ver si la consigna de que los alcaldes de capitales repitan se cumple. Cada ciudad es un mundo diferente y, con la que está cayendo, cualquier decisión será comprendida.
En corto
Gabriel Soria lleva la rienda de Ciudadanos en Jaén
Representa a las siglas C’s en la provincia y, una vez que se produzca la definitiva integración del CDL, será coordinador de Ciudadanos y no Ismael Muñoz, como se publicó el lunes pasado en esta sección. Está ilusionado con el auge de esta organización y aspira a salir fortalecido de las urnas que están a la vuelta de la esquina. Jaén, Úbeda y la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas son los lugares en los que tiene mayor implantación. Está expectante ante la extensión del Movimiento Ciudadanos en Linares y Andújar. Para él, la organización acaba de echar a andar en Jaén. Y promete.