"Paracaidistas" altivos
La Real Academia Española define así el término cunero: “Dicho de un candidato o diputado a Cortes, extraño al distrito y patrocinado por el Gobierno”. Ni que decir tiene que por Jaén ha desfilado, a lo largo de la historia democrática, un buen puñado de “extraños” que, ante la falta de buenas comunicaciones, decidieron viajar en paracaídas. El PSOE y el PP hallaron en este mar de olivos el hueco que ministros y ministrables no tuvieron en sus circunscripciones de origen.
El primero fue Landelino Lavilla en 1979, un político campechano de la UCD que formó parte del gobierno de Adolfo Suárez. Fueron famosos sus recorridos por pueblos de la provincia en los que no pasaba por alto invitar a una ronda en los bares. La última, hace tan solo cuatro años, Elvira Rodríguez, exministra del PP que, aunque empeño le pusiera, poco la llegaron a conocer los jiennenses. La última o la penúltima. Nadie descarta que, en las próximas generales, continúe la senda cunera que los socialistas abandonaron con María Teresa Fernández de la Vega y que, sin embargo, los populares tomaron por costumbre. Todas las miradas están puestas en lo que ocurra en la calle San Clemente en pocos días. En juego está el futuro político del alcalde de Jaén y del edil preparado para la sucesión.
Las cuentas son tan claras como que doce más tres son quince. Si hay “paracaidista” continuará José Enrique Fernández de Moya al frente del ruinoso Ayuntamiento. Si no lo hay, le tocará encabezar la candidatura de su partido al Congreso de los Diputados y, evidentemente, protagonizar una estampida que muchos consideran deseada. El “melón” de Jaén está a punto de ser abierto y, por el momento, suena a hueco. Todo hace indicar que Cristóbal Montoro, la única “amenaza” para encabezar la lista del PP jiennense, se coló en el “melón” de Madrid.
Lejos quedarán aquellos cuneros de renombre que dieron brillo a las candidaturas más por su aparición en la televisión que por sus escapadas a la tierra que los encumbró. El PSOE estrenó esto del paracaidismo con Miguel Boyer, un joven político que se dejó ver por las calles de Jaén y que luego se hizo famoso por expropiar Rumasa y casarse con Isabel Preysler. Continuó con Fernando Morán, conocido por trabajar en solitario en un despacho de la calle Hurtado. Siguió con Rosa Conde, empeñada en reivindicar su pasado minero. Y terminó con María Teresa Fernández de la Vega, la que más relaciones llegó a entablar con Jaén. El PP estrenó el “cunerismo” con Gabriel Camuñas, cuando entonces existía Alianza Popular, un político que quiso levantar el ánimo del voto conservador. El siguiente fue Cristóbal Montoro, un jiennense con marcado acento madrileño. Después, Eugenio Nasarre, el gran desconocido, y, por último, Elvira Rodríguez, quien asomó la “patita” solo en campaña electoral. “Paracaidistas” altivos que de jiennenses tienen más bien poco.
En corto
En una provincia en la que existe mayoría socialista en los ayuntamientos y, por ende, en la Diputación, gobernar un municipio desde la independencia más absoluta resulta harto difícil. Es algo parecido a un deporte de alto riesgo. Buena cuenta puede dar el único alcalde independiente de Jaén, Pedro López, dirigente de Jabalquinto. Muchos son los obstáculos que encuentra en el camino hacia la petición de fondos que contribuyan al bienestar de sus vecinos. Cuesta cada vez más que las administraciones le abran la puerta cuando necesita ayuda económica. Cosas de la política.