Fin del trayecto
Fue uno de los políticos jiennenses más influyentes en la Andalucía de finales del siglo XX y uno de los dirigentes socialistas con mayor reputación nacional. Empezó su carrera en los albores de la etapa democrática y, después de rozar las mieles del poder dentro y fuera de su tierra, una vieja pelea por controlar el Partido Socialista lo apartó de una actividad en la que era mucho más que una promesa. Leocadio Marín Rodríguez (Baeza, 1942) sorprendió, en la pasada legislatura, con su regreso al “ruedo” para cumplir el sueño de ser alcalde de su ciudad.

En sus primeras elecciones municipales, las de 2007, consiguió una arrolladora mayoría absoluta que, sin embargo, se vio dañada en las siguientes, las de 2011, desde las que gobierna en minoría. Ya no habrá más oportunidades para votarlo. El socialista que tocó todos los “palos” cerrará un ciclo en su vida justo cuando expire el mandato.
Maestro de escuela de profesión, comenzó su trayecto político, en la clandestinidad, con el PSP de Tierno Galván. Era otro rebelde con causa, comprometido con una sociedad que reclamaba alas para volar y con vocación de servicio público. Se afilió al PSOE en febrero de 1978 y, a pasos agigantados, empezó a subir peldaños. Tan grandes eran que, un año después, ya presidía la Diputación Provincial. Lo hizo gracias a su inclusión en la candidatura de Emilio Arroyo a la Alcaldía de la capital.
Felipe González lo nombró delegado del Gobierno en Andalucía en su primer mandato como presidente. Fue el gran salto de Leocadio Marín a Sevilla y el estreno de una nueva etapa fuera de las fronteras de su tierra. Presidente también de Cruz Roja Española, ocupó el puesto de máximo mandatario socialista de Andalucía entre 1988 y 1994. Lo cierto es que estuvo llamado a ser el candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía en sustitución de José Rodríguez de la Borbolla, pero cuentan las hemerotecas que el nombramiento quedó frustrado por culpa del polémico caso Juan Guerra.
Leocadio Marín fue consejero de Agricultura, bajo mandato de Manuel Chaves, en una época soleada que pronto se tornó oscura. La histórica batalla entre guerristas —él fue un destacado dirigente— y renovadores lo enfrentó con el aparato de su tierra y lo condujo al callejón sin salida de la dimisión. Fue entonces cuando decidió alejarse de la política y regresar a la docencia. El paréntesis, de casi quince años, se cerró en las elecciones municipales de 2007. El acercamiento a la dirección provincial lo convirtió en el candidato sorpresa. El éxito del estreno lo invitó a repetir en el siguiente. Sin embargo, la crisis y lo que él llama “efecto Zapatero” le pasó factura y le impidió renovar mayoría absoluta. Ahora, Leocadio Marín está a punto de llegar al fin del trayecto. Se perdió la infancia de su hija y no quiere tropezar en la misma piedra con su nieta. En un año estará dedicado en cuerpo y alma a su familia. Sabe que deja el Ayuntamiento de Baeza en unas manos por las que corre su sangre y, aunque detesta hablar de herencias, cederá el testigo a otra Marín, Dolores para más señas.
En corto
Las que se avecinan son unas elecciones “raras”, sin un candidato claro —del Partido Popular— al que atacar desde el otro bando —el Partido Socialista— y sin la “chicha” y la “limoná” de otras citas en las que los partidos con gobierno municipal invertían en inauguraciones, maquilladas con otros nombres para no caer en una ilegalidad. Ahora son otros tiempos. Se palpa poco movimiento en las calles ante una cita electoral trascendental para el futuro de los jiennenses. Los que quieren ser candidatos y los que no quieren ni oír hablar del asunto gastan más energía en las municipales de 2015 que en las del próximo 25 de mayo.