En busca de la paridad

Ellas tienen el poder. Representan a los jiennenses en la Junta de Andalucía y sirven de correa de transmisión para que las políticas que se cocinan en Sevilla lleguen a Jaén servidas en bandeja. Son las protagonistas de un menguado organigrama sujeto a susceptibles cambios cada martes del año. La interinidad es para ellas un estilo de vida. Conocen su llegada, pero ignoran su salida.

    09 dic 2013 / 12:14 H.

    Dos de estas cinco mujeres políticas de transición con carné socialista viven, ahora, uno de sus momentos más amargos. La revolución de Susana Díaz en la Administración andaluza las tiene con la maleta en la puerta de sus despachos. Solo una fue salvada por la campana. Se trata de Ángeles Jiménez. Parece más que previsible que la delegada de Igualdad, Salud y Políticas Sociales será la única que permanezca de la vieja estructura diseñada al amparo de José Antonio Griñán. Las demás son y serán caras nuevas. Dos estrenaron cargo en las últimas semanas. La primera fue Ana Cobo, responsable de Economía, Innovación y Ciencia, un caramelo para Linares que provocó la salida de Manuel Gabriel Pérez del organigrama de la Junta. El alcaudetense encontró sitio en Sevilla y abrió la puerta para que una paisana pudiera acceder a uno de los sillones vacantes. Fue la segunda en ser nombrada. Yolanda Caballero llega rebotada de la Diputación directamente a la Delegación de Educación, Cultura y Deporte.
    Hay armada una buena. En la calle Hurtado conocen el malestar creado con la forzada jubilación de José Ángel Cifuentes. En las redes sociales saltan chispas. Lo cierto es que el relevo estaba cantado desde que se conoció el apoyo de la dirección jiennense a Susana díaz. Aparentemente no hubo negociaciones ni pedidas de cabeza entre bambalinas. Sin embargo, todos sabían que ese respaldo sin fisuras tendría, como ocurrió, una consecuencia: la salida de Mar Moreno del Gobierno de Andalucía. Ella, denostada en la misma calle Hurtado, fue la que trajo a José Ángel Cifuentes a Educación, un alcalde antes que “fraile” que, ahora, se come el gran “marrón” de dejar todos sus proyectos sobre la mesa. Cosas de la política.
    Llegados a esta situación, con tres mujeres ratificadas en el cargo por el Consejo de Gobierno, quedan dos “en el aire”. También féminas. ¿Dónde está la paridad? El PSOE tiene sustitutos para la delegada del Gobierno, Purificación Gálvez, y para la titular de Agricultura, Irene Sabalete, para quienes buscan acomodo. Ya está hablado con Sevilla. Solo falta que el sueño se haga realidad. Esta semana corrieron como la pólvora los nombres y apellidos de quienes estarán al frente de esos dos puestos de mando. Todos insisten en que hay órdenes de ocultarlos en las fotos para que no se rompa el “invento”. Lo que extraña es que aireen su identidad con tanta soltura. Son dos jóvenes con impulso, del perfil que quiere Susana Díaz, que están en las quinielas desde que empezó la conformación del Gobierno de Andalucía y que, ahora, les llega su oportunidad. Si se cumplen las previsiones, Ángeles Férriz verá reforzada su condición de número dos del partido con la Delegación del Gobierno. Julio Millán recogerá la cosecha sembrada en la capital con el “premio” de Agricultura. Cuatro mujeres y un solo hombre entre los delegados socialistas —Juan Antonio Sáez Mata es de Izquierda Unida—. La patada a la Ley de Igualdad quedará en el olvido. Son mujeres y ellas tienen el poder.

    En corto
    Lo que ocurre en la capital es de  juzgado de guardia. Se paralizó el tranvía por cuestiones políticas y, ahora, el Ayuntamiento deja tirado en la cuneta el servicio de ayuda a domicilio por la misma razón. Lo que ocurre es que en el primer caso apenas había vidas humanas de por medio. Si, acaso, un buen puñado de puestos de trabajo tirados por la borda. Lo de la dependencia es distinto. Son personas las que reciben un servicio sin el que no podrían subsistir. Es de una injusticia absoluta que un Ayuntamiento juegue con algo tan serio como es la dignidad humana, solo porque la Junta de Andalucía tenga un color político diferente. Para llorar.