El primer asalto

El Partido Socialista de la capital se asemeja a un “ring” de boxeo en el que se da por superado el primer asalto con heridas difíciles de cicatrizar. La frustrada iniciativa emprendida por unos cuantos aventureros de la agrupación, lejos de su aparente objetivo inicial, reabre la división interna en un clima de paz que estaba cogido con pinzas. Un golpe inesperado rompió el figurado equilibrio que tanta terapia de grupo costó.

08 jun 2014 / 22:00 H.

La desconfianza está servida en bandeja y, aunque la oficialidad vive amparada en la normalidad, lo cierto es que hubo tambores de guerra en un combate cuerpo a cuerpo en el que afloraron las ambiciones personales.
El problema surgió justo después de conocer los resultados electorales. Hubo quienes hicieron una lectura en positivo de las cifras y otros que prefirieron pisar tierra y ser fieles a la realidad. Hasta ahí, todo normal. La tralla llegó unos días más tarde. Los incondicionales del secretario general de la agrupación, Manuel Fernández Palomino, quisieron recompensar a su líder tras el esfuerzo realizado en una sacrificada campaña electoral.
Lo hicieron justo cuando el partido está abierto en canal en el ámbito federal, con un congreso a la vuelta de la esquina para elegir a la persona que llevará el timón de un barco que necesita salir a flote. ¿Qué ocurrió? La militancia empezó una recogida de firmas interna para pedir, con nombres y apellidos y carné de identidad, apoyos encaminados a animar al dirigente municipal a presentarse como candidato a la Alcaldía de Jaén.
La alentadora iniciativa comenzó un viernes y terminó un lunes. Nadie sabe cuántas firmas se consiguieron. Todas están guardadas en un cajón. Lo que sí se extendió como la pólvora fue el enfado de quienes vieron la idea como una propuesta sacada de contexto en un escenario en el que ni siquiera hay convocadas elecciones primarias ni organismo independiente que las regule. Ni que decir tiene que las “papeletas” carecían de valía. Su servidumbre se limitaba a un sondeo para comprobar cómo está el patio y quién a favor de quién. Hubo militantes que se sintieron con la espada de Damocles cuando recibieron una carta de la que, realmente, desconocían su finalidad. Las llamadas telefónicas se sucedieron en un fin de semana con subidas de tensión incluidas.
El lunes pasado llegó el estallido. Dicen las fidedignas fuentes que quienes se postulan, hoy por hoy, como aspirantes al bastón de bando escenificaron ante Manuel Fernández su grandioso disgusto. Uno de ellos, el presidente del PSOE local, Fernando Calahorro, quien calla ante una polémica en la que no hace más que templar gaitas. También Rafael Valdivielso, responsable de Ciudadanía y Barrios. A ninguno le sentó bien el uso de determinados cargos para recoger firmas a favor de uno. Hubo algunos enfadados más. Tan tirante estaba el ambiente que la recogida de firmas se paró en seco justo antes de que la sangre llegara al río. Hay quienes aseguran que el máximo responsable del partido en Jaén, Francisco Reyes, se vio obligado a intervenir ante tal atrocidad. Otros garantizan que se mantuvo al margen desde el primer momento. Lo que sí trasciende es que él se enteró de la iniciativa cuando ya estaba en marcha, como la inmensa mayoría de la militancia.
El terremoto se notó en el seno de la agrupación, pero no tuvo la esperada réplica. El primer asalto de un combate que se presagia duro termina sin graves daños. El tiempo curará las heridas.

 

En corto
¿Quién tiene la culpa de que se paren los proyectos?
Parece la eterna pregunta y el problema de siempre. Los proyectos que hay estancados en la ciudad, en los que el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía se tienen que poner de acuerdo, siguen la ruta de la paralización por culpa del enfrentamiento de dos signos políticos. El parque multiaventuras, el Museo Ibero, el centro de salud de Expansión Norte, el instituto del casco antiguo, la rehabilitación de Las Protegidas y, ahora, el acceso al colegio Veracruz. También el Plan General de Ordenación Urbana. Cada uno tiene sus motivos. Cierto. Sin embargo, no hay forma de que los máximos responsables de esta situación se sienten para solucionar problemas con un gran trasfondo político.