El de la boina
Empezó a trabajar con nueve años para arrimar el hombro en una familia de diez hermanos. Ejercía de aguador en una lejana finca de Jódar en la que le pagaban la mitad del salario. Era la época en la que los sonidos de la lucha sindical comenzaban a retumbar con fuerza en los campos de Andalucía. Un buen día, bajo la batuta del exsindicalista José Cabrero, hubo huelga en el cortijo en el que echaba el jornal. Tanto ruido hizo que el dueño aceptó pagar el sueldo infantil al cien por cien. Fue en ese preciso instante cuando despertó en él la conciencia social. Andrés Bódalo Pastrana emprendió una revolucionaria aventura, en los años 80, que lo llevó a estar siempre en primera línea de batalla.

No hay “movida” sindicalista dentro y fuera de su tierra en la que no haya estado al frente. El líder del Sindicato Obrero del Campo, convertido después en el Sindicato Andaluz de Trabajadores, es hoy uno de los concejales más atípicos del Ayuntamiento de Jaén. Su cargo público, no exento de controversia, se tambalea cada vez que se acerca una de las variadas deudas que tiene pendientes con la Justicia. El de la boina se juega su futuro político el próximo día 21. Su futuro político y mucho más.
Hasta cinco veces ha dormido en los calabozos, lleva pagados más de treinta mil euros en multas y tiene parcialmente embargado el sueldo de concejal para saldar con el fisco una deuda superior a los diez mil euros. En su marcada carrera sindical hay de todo, como en botica. Sonados cortes de carreteras, mediáticas ocupaciones de fincas y edificios públicos, piquetes pasados de tono y largas marchas a pie en una constante defensa de servicios y derechos básicos de los trabajadores. Es la “mosca cojonera” en los “saraos” en los que hay espacio para la reivindicación. Convencido de que lo hace con conocimiento de causa, subraya: “En la vida he tirado una piedra”. El megáfono es su única arma y, aunque sus formas le salen bastante caras, no puede remediar esa lucha “pacífica” e intensa de la que, además, le gusta presumir.
Cierto es que Andrés Bódalo nunca pisó la cárcel. En su historial hay decenas de sentencias en contra por juicios de faltas y, al menos, dos condenas firmes de prisión por la vía penal que ya están liquidadas. También consiguió la absolución en algunas otras denuncias en las que se demostró su inocencia. La verdadera prueba de fuego está a la vuelta de la esquina. No tiene miedo y sabe que saldrá indemne de un juicio en el que hay diecisiete imputados más. Se juega seis años y medio de cárcel por delitos de atentado a la autoridad y de desórdenes públicos por unos hechos que se remontan a septiembre de 2012. La eliminación del requisito de las treinta y cinco peonadas le llevó a intentar ocupar el Ayuntamiento de Jódar en un ambiente excesivamente caldeado en el que un teniente de alcalde tuvo que ser rescatado por la Policía. Andrés Bódalo está tranquilo ante lo que pueda pasar. Sabe que podrá demostrar su inocencia en un altercado que escuda en la lucha sindical y obrera. Su recién estrenada carrera política puede dar al traste si hay una inhabilitación por medio. Sin embargo, este “guerrillero de la boina” se aferra a su banquillo municipal para trabajar por los jiennenses con una mirada diferente. En camiseta y sin corbata, este padre de tres hijos y abuelo de una nieta promete nuevos capítulos en esta larga historia.