Bendita rutina
Dicen muchos que el año comienza en septiembre y no en enero. Realmente así lo creo. El 1 de enero, cuando empieza cada nuevo año, es un día que pasa desapercibido, casi es invisible para el calendario, un día más bien inocuo y resacoso. Septiembre arranca en las mentes la idea de nuevos proyectos, nuevos y buenos propósitos, alentados por los días previos de descanso, de tiempo para pensar al fin y al cabo. Con septiembre vuelve también la normalidad a nuestras vidas, a nuestras calles…
Y bendita normalidad, porque qué necesarios son también la rutina y el orden para tener una vida más equilibrada. Septiembre conlleva la vuelta al cole, a la oficina, al tajo, porque aquellos afortunados que aún conservan su puesto de trabajo y las noticias con más sustancia que llenan nuestros periódicos. Entre ellas, el nuevo cambio del equipo de Gobierno de la Junta de Andalucía, con una mujer al frente, y más y más casos de imputaciones, corrupción y otros avatares que “tan contentos” nos ponen a los ciudadanos. Mis propósitos de septiembre se resumen en algo tan sencillo como es ser mejor persona, ser mejor ciudadano. Quiero seguir trabajando con lucidez y sensatez por mi colectivo, por el bien de mi familia, me gustaría trabajar la cualidad de la honestidad y la empatía con las personas que me rodean y ¿saben qué?, me gustaría también tener más conciencia de grupo, de pertenencia a una sociedad, a una ciudadanía, en la que todos hacemos algo por el bien de todos, acciones que repercutan en el bien común. Y me gustaría también que nuestros políticos, nuestros dirigentes, los que ya había, los que han llegado nuevos, tengan entre sus buenos propósitos tener esa conciencia, ese sentido común y esa realidad palpable de que sus decisiones repercuten directamente en la vida de las personas. Decisiones, leyes, decretos, en ámbitos tan básicos y esenciales como la Sanidad o la Educación. Que vuelva la rutina. Sí. Y que todos tengamos entre nuestros propósitos ser un poco más cívicos, un poco más sensatos, que nos acompañe el sentido común. También a nuestros políticos, como ciudadanos que son, como dirigentes que son.
José Francisco Lendínez es enfermero